Oaxaca

La ciudad desigual
El Imparcial 19 de junio del 2013





Habitamos un continente inmensamente rico, en prácticamente cada aspecto del que podamos hacer referencia. Cuando se hace un balance general y macro de la realidad que afecta a los millones de latinoamericanos que habitamos de norte centro y sur América, notaremos el balance es más menos positivo. Los grandes números casi siempre cuadran, pero a la escala de las personas no siempre es así.


América Latina, no es una región pobre en lo económico, por el contrario muchas de las grandes economías se encuentran aquí y es uno de los polos de expansión y desarrollo más prometedores del planeta. Sin embargo esta condición no se ha distribuido de manera igual en los diversos grupos sociales que componen el espectro continental.


Somos también el continente más urbano del planeta, junto con Canadá y Estados unidos, los dos gigantes Norte Americanos, agrupamos una población de 909 millones de personas mas menos el 15% de la población total del planeta, de estos el 82% habita en ciudades de todos tamaños.


Por lo que la desigualdad en la distribución de la riqueza, en pocos contextos se refleja mejor que en las ciudades que abarcan nuestro territorio sin importar su escala. Una ciudad como la Oaxaca al sur de México no es la excepción, sólo que aquí las evidencias de este desfase son más contundentes, por lo grabe de su estado general.


Oaxaca junto con Guerrero y Chiapas son los estados más pobres del país según las cifras que maneja el INEGI, realidad poco envidiable que se deja ver en sus ciudades capitales.


El que la capital de nuestro estado se encuentre al fondo de este listado acarrea una serie de graves consecuencias. Un reporte recientemente publicado esta vez por el CONAPO sobre Indice de Marginación Urbana arroja números igualmente poco alentadores, editado este año pero armado con datos del censo 2010, manifiesta resultados muy a tomar en cuenta.


Según la información que maneja el CONAPO, más de la mitad de la población de nuestra zona metropolitana estimada en unos seiscientos mil habitantes, tiene un nivel alto o muy alto de marginación. Un 30 % esta en el rango de marginación medio y sólo el 20% del total se ubica en el rubro del bajo o muy bajo. Hay que tener en cuenta que incluso una nota media en cuanto a este indicador no es un dato alentador.


La conclusión es que la Ciudad de Oaxaca manifiesta una clara desigualdad social en cuanto a la calidad de vida de sus habitantes y las expectativas de futuro de los mismos. El asumir este estado y comprender la necesidad por generar cambios de fondo que reviertan estos números hacia un mejor estado de bienestar debiera ser un compromiso que nos lleve a una ruta constate asía el progreso que anhelamos.


Las fórmulas no son simples y mucho menos inmediatas, pero requieren que cuanto antes se inicie un proceso de transformación en cuanto a objetivos y políticas públicas que impulsen el desarrollo metropolitano de la ciudad.


Quizás la primera tarea pendiente que tenemos hacia adelante es precisamente el reconocimiento de la escala misma de la ciudad y su problemática. El entender los procesos de interacción colectiva que los distintos municipios y unidades políticas que se integran en el territorio de la ciudad, así como buscar formas de organización que ayuden a su gobernanza y la toma de decisiones colectivas que afectan a todos los habitantes de la urbe en lo general.


La segunda tarea pendiente tiene que ver con la selección de los programas y proyectos de inversión que la ciudad requiere. Por largo tiempo hemos visto como al medio de las grandes crisis de sistema que las urbes como la nuestra sufren no hemos sido capaces de proponer un esquema de inversión en infraestructuras y servicios que atienda los grandes rezagos que la aqueja. De todos el más evidente e injusto seguramente es el acceso de agua potable de buena calidad.



La ciudad de Oaxaca ha dejado ya hace un tiempo de ser un pueblo grande. Se trata de una ciudad complicada y polivalente que es necesario entender y administrar mejor. Sólo con trabajo en colectivo , un adecuado reconocimiento de sus problemas y la puesta en marcha de soluciones creativas y justas, tendremos la oportunidad de aspirarar reducir los niveles de desigualdad que muestran los números oficiales y que por crudos lastiman tanto.

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