Fuera y dentro
¿Qué pasa donde no es el centro?
El imparcial 29 de abril de 2015
El imparcial 29 de abril de 2015
Hay una cosa o más bien un lugar que sin
duda define a nuestra ciudad; su centro, es el espacio más singular de la urbe
que habitamos, al que se hace referencia de manera emocional y el que vive en
el subconsciente de casi todos sus habitantes sin importar su clase social.
Pero la zona centro representa menos del 4
% del total de la superficie de la ciudad y menos del 5 % de la población que
habita la zona metropolitana, sin embargo, su importancia le supera así misma.
Lo que le da esta condición de superioridad en términos geográficos, políticos
y económicos es su historia, el bagaje de experiencias y relaciones con sus
habitantes. Así como, una construcción de una identidad particular por parte de
una élite de la sociedad que la ajusta sus necesidades.
El centro sin embargo es en realidad lugar
de unos pocos, unos cuantos dueños que poseen la porción más representativa de
la ciudad. Solo un pequeño número de los edificios que le componen son de
propiedad pública, apenas hay unos cuantos parques, así que la mayor parte del
espacio público como en el resto de la ciudad son sus calles, continuamente
sede de conflictos sociales.
La mayor parte de sus edificios son
propiedad privada, algunos por generaciones que les han visto saltar de
propietarios obteniendo regalías de sus posesiones debido al alquiler de
espacios. Este fenómeno lo va encareciendo ante el incremento constante del
costo dela alquiler lo que se traduce en un aumento del costo de los productos
y servicios que ahí se ofertan.
El centro tiene también una vocación
comercial, hay literalmente miles de empresa y prestadores de servicios que
operan en sus límites, generando una parte importante de la economía que
mantiene la ciudad funcionando y en movimiento. Particularmente el lado
suroeste del casco histórico, pese a su abandono, es un espacio donde la venta
al menudeo se desarrolla en cada portal, ahí apenas subsiste el uso
residencial.
Pero la mayor referencia que se tiene del
centro histórico es el hecho que cuenta desde los años 80 con una declaración
como Patrimonio Cultural de la Humanidad. Esto ha servido para construirle a su
alrededor un velo de solemnidad que muchas veces supera la definición misma de
la ciudad como lugar común, para centrar el debate urbano en las pocas cuadras
que componen su estructura.
¿Pero que pasa con aquello que no es el
centro? Con el otro 94 % de la ciudad, con el restante 95 % de sus habitantes.
¿Como podemos definirnos a ellos lo que ahí sucede? Lo que no tiene declaración
de patrimonio de la humanidad, pese a contener más humanidad que muchas partes
del centro histórico.
La periferia como nos referimos
tradicionalmente a este lugar es un entramado de espacios donde convide, la
ciudad que emerge sola, los desarrollos de vivienda, el campo, pero también
pedazos de casco histórico aquí y allá, de los antiguos poblados hoy absorbidos
en la mancha urbana. Sin embargo, la mayor parte de estos centros con carácter
histórico pasan desapercibidos en la ciudad oscurecidos por la enorme
relevancia del centro histórico del municipio de Oaxaca de Juárez; definición
más cercana a este espacio.
Pero la parte más extendida de la ciudad y
en crecimiento constante, es la que se destina a la producción de vivienda que
rodea el centro, son los miles de manzanas que van ensamblando el tejido urbano
y que nos habla de una relación distinta entre las personas y esta parte de la
ciudad. Aquí, el espacio a diferencia de la zona centro no encuentra ese valor
de referencia simbólico y por lo tanto aparece como un elemento menospreciado
pero sobre todo incomprendido.
Basta levantar la mirada hacia las montañas
que rodean el centro para darnos cuenta que lo que está pasando ahí requiere de
toda nuestra atención y si me lo permiten incluso con mayor urgencia que la
parte central. Mientras en el centro existe todo un organismo multisectorial
para atender los problemas del casco histórico y su plan de manejo, el resto de
la ciudad crece y avanza sobre las montañas y valles sin vigilancia alguna
En medio de un dilema de fronteras
administraciones políticas y grupos de poder, la ciudad que no es el centro
crece y se desarrolla de fea manera. Ahí las inversiones son mínimas y van a
pavimentar calles, no hay proyectos de desarrollo económico o equipamiento
cultural o educativo necesario. Por eso hay que recordar a veces que la ciudad
que no es el centro también es ciudad y es parte del mismo conjunto, aunque más
olvidada y más abatida.
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