Homenaje ciudadano
Los rostros de la ciudad
El imparcial 17 de diciembre de 2014
La ciudad nos hará libres, enunciaban los
antiguos griegos. Esta sentencia tenía varias connotaciones. Recordemos que en la antigua
Grecia existían dos
grupos de personas, los esclavos y los ciudadanos, y cada uno de estos grupos
tenía
funciones muy definidas. Como su nombre lo dice, unos servían a los otros y sólo los segundos disfrutaban
las ventajas de la ciudadanía.
Ser ciudadano significaba tomar
parte en las decisiones que afectaban a las ciudades, que si recordamos, en
esos tiempos eran estados. Cuando se hablaba que la ciudad hacía libres, era en un sentido
literal, pero también en el
mismo sentido figurativo que lo hacemos hoy día. La urbe era el hogar de la creación y la espontaneidad. Las
herencias del pensamiento griego, que han llegado hasta nuestros tiempos, se
construyeron desde la ciudad, bajo el cobijo de la libertad que ésta garantizaba.
Muchos siglos han pasado; el
esclavismo está
oficialmente desterrado de casi todo el orbe, pero la ciudad sigue teniendo
esta cualidad libertadora que le caracteriza. Los hombres y mujeres que venimos
a ella, lo hacemos en la búsqueda de muchas cosas: trabajo, seguridad, un mejor
modo de vida, pero también de
esa libertad a la que consciente e inconscientemente aspiramos en la ciudad.
En este sentido, un factor ha
tomado importancia en nuestra generación: el anonimato. En la ciudad hemos dejado de ser
personajes, para pasar, formal o informalmente, al estrato de lo anónimo. Es parte de la libertad
de acción que
la ciudad ofrece, pero también una realidad que ha afectado de forma negativa el
tejido social de nuestras urbes.
La falta de identidad de los
habitantes de la ciudad con ella misma y con sus pobladores, es en parte
responsable de la crisis social que atravesamos en estos tiempos, donde nadie
asume responsabilidades de lo colectivo, y donde la relaciones humanas se van
debilitando. Urge la reconstrucción de las redes sociales que hacen la ciudad habitable,
y urge aún más, el volver a reconocernos
en nuestros vecinos y conciudadanos.
Para lograr este objetivo hay
que trabajar en muchos frentes. Uno de estos, es el reconocimiento de aquellas
personas, que desde su realidad ayudan mediante su esfuerzo a mantener su medio
ambiente y social saludable. Son muchos los habitantes de la ciudad, que pese a
todas las dificultades, se lanzan cada día a la búsqueda de la construcción de un lugar mejor para crecer y habitar, y resulta
importante reconocerlos y agradecerles tal esfuerzo en favor del colectivo que
habitamos la ciudad.
En días pasados en la ciudad de
Oaxaca, mediante un trabajo colectivo coordinado desde la Casa de la Ciudad con
el apoyo de la Fundación
Alfredo Harp Helú Oaxaca
y el Municipio de Oaxaca de Juárez, se realizó el primer Homenaje Ciudadano de la ciudad. En este
ejercicio, desarrollado en la colonia Bugambilias, y por decisión colectiva de la colonia, se
montó un
homenaje a manera de mural urbano a Doña Lucrecia, una de estas heroínas que nos ayudan a mantener
nuestra ciudad integrada y en funcionamiento.
El proyecto, creado por el grupo
de artistas Menjurje Colectivo, consiste en convocar a la colonia, para que
sean ellos mismos en asamblea popular, quienes decidan quién de sus miembros creen que
merece este reconocimiento de los habitantes de la urbe hacia un individuo en
particular. Una vez que se ha logrado un acuerdo, se propone el modelo de
intervención a
seguir en un espacio, de nuevo, asignado por los habitantes de la colonia.
Así, la imagen de Doña Lucrecia, de varios metros de altura, el día hoy se eleva en el callejón que conecta la calle
Esmeralda con el Mercado Zonal de Santa Rosa, recordándonos cómo, el trabajo entregado de
nuestros vecinos, es fundamental para que todos tengamos una mejor ciudad, una
mejor calidad de vida.
Reconocer el trabajo que hacen
estos personajes desconocidos resulta muy relevante en un momento, donde
nuestra estructura social se tambalea ante las lacras de la violencia y el
abandono. La ciudad nos hará libres, de eso no cabe duda, pero lo hará en la medida en que sus
habitantes peleen por esa libertad, antes como ahora, con el coraje que la
colonia Bugambilias reconoce en Doña Lucrecia. A ella nuestro aprecio también.
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