Los pequeños intereses de la gente con pequeña perspectiva

Una cosa que resulta constante en los procesos de construcción de ciudad en la actualidad es la ampliación del debate fuera del ámbito del gobierno y lo estrictamente técnico. La democratización de la ciudad trae consigo también la participación de actores sociales dentro de los procesos que cambian y regeneran los espacios urbanos.

Esta participación es deseable y hasta cierto punto debe ser motivada desde el ámbito de la administración pública, a la que por voto popular le hemos asignado la conducción de la vida en las ciudades.

El conflicto surge cuando no está claro cuales son los límites de esta participación y cuales son los conductos apropiados para su ejercicio. Por experiencia personal en campo puedo afirmar que el principal problema de esta aproximación es que los individuos tienen una visión por lo general limitada de la realidad, comúnmente está sé auto limita a su entorno inmediato, es decir, lo que pasa frente, o lado de su casa.

En otros muchos casos es posible identificar intereses y presiones de grupo que aprovechan las circunstancias que abre un proyecto urbano para tratar de establecer una agenda o realizar una declaración. Esta forma de actuar es cada vez más común en las ciudades y obedece en buena parte a la falta de un andamiaje institucional que ayude a regular y controlar estos intereses.

El año pasado presenciamos un caso muy evidente de estas conductas. La implementación de la línea siete del Metrobús en paseo de la Reforma enfrentó una oposición casi salvaje un grupo. Luego descubriríamos que este pequeño grupo de interés estaba vinculado a una de las empresas de publicidad que no había conseguido espacios publicitarios en el proyecto.

Más allá de los defectos y fallos que el proyecto arrastraba --todos corregibles-- en ese caso en particular el interés económico de muy pocos amenazaba una alternativa de movilidad sustentable y necesaria.

Recientemente otro proyecto, la ciclovía plateada sobre Canal Nacional, proyecto que se ha impulsado e incluso exigido desde hace décadas por individuos y colectivos que representaría una opción económica y eficiente para moverse en esa zona. Enfrentó la oposición de un pequeño grupo de "vecinos" que con argumentos retorcidos se oponen a que el canal funcione como eje de conectividad interurbana.

Se sabe que este grupo creado recientemente para oponerse a la ciclovía participan grupos opositores al actual gobierno que mezclan sus intereses con una fobia social difícil de entender.

Estos son solo dos casos de los muchos que suceden en mayor o menor medida por toda la ciudad, continuamente proyectos de interés púbico pretenden ser manipulados por grupos de interés con visiones muy limitadas. Reducidas muchas veces a aspectos económicos, de clases o políticos en beneficio de unos cuantos.

La ciudad no puede ser tomada como rehén de estos intereses, el mandato que los ciudadanos otorgamos a la administración pública, entre otras cosas les faculta velar en el interés colectivo por encima del privado. Por este motivo resulta urgente establecer un sistema que regularice y estructure estas opiniones mediante procesos científicos que permitan recoger opiniones y asimilarlas de una visión amplia de los problemas.

Este proceso es complejo de generar, pero urgente de implantar, por lo que es importante abrir un camino hacia su establecimiento, por el bien común, que al final de todo, es lo que da origen y sentido a la ciudad.

Canal de Viga SXIX

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