Virus epidemias y cambios para la ciudades

Los que nos dedicamos al estudio y transformación de las manchas urbanas constantemente encontramos que su historia está esta estrechamente ligada a situaciones sanitarias. Hace miles de años, la agrupación de personas en las nacientes ciudades del mundo implicó procesos de intercambio, sobretodos económicos y de conocimiento, pero también de material biológico.

El intercambio genético entre grupos diversos por ejemplo, es hoy en día una cosa cotidiana, pero en las primeras comunidades humanas este estaba muy limitado, lo que traía consecuencias negativas en términos de estado físico y salud. Hoy sabemos que la diversidad genética es un factor esencial para todas las especies vivas y que a mayor diversidad en el genoma mayor expectativa de vida.

Pero otros intercambios de tipo biológico que se facilitan cuando nos apretamos en un espacio reducido de territorio no son tan afortunados. El flujo de patógenos ha sido durante toda la historia urbana uno de los más grades problemas que las ciudades han enfrentado de forma cíclica.

Cada ciudad del mundo antiguo en los cinco continentes padecía el azote de plagas y enfermedades que mermaban su población y economía, algunas incluso tuvieron que ser vaciadas cómo medida de resistencia ante su inminente desaparición. La peste negra, el cólera, la viruela y otras enfermedades hacían presencia de manera regular en las urbes del mundo causando gran pena a sus habitantes.

Esta situación se extendió por literalmente miles de años, y desde entonces influyó en el diseño y transformación de las manchas urbanas de forma determinante. Al grado que se llegaban a construir villas o incluso ciudades de reserva en el extra radio urbano para que en las temporadas que las epidemias llegaban, la población más pudiente pudiera salir el tiempo necesario para evitar la infección, los pobres normalmente permanecían expuestos a los riesgos de contagio.

Ya en la época moderna y mucho más cercano a nuestra realidad, el movimiento higienista del siglo XIX es sin duda un factor que determinó la forma y estructura de las ciudades en todo el planeta. Y significó entre otras cosas la introducción de redes de drenaje y agua potable, pero también la destrucción de grandes sectores ciudad muy compactos o hacinados que favorecían la aparición de enfermedades y epidemias.

De todas estas transformaciones la más reconocida aunque por muchos olvidada es la de París que arrasó su ciudad medieval para dar lugar a la urbe que conocemos hoy día. Marcada por sus construcciones regulares bordeando sus amplias calles y avenidas pavimentadas, que entre otras cosas permiten el paso del aire, la luz y los camiones de servicios indispensables para mantener la ciudad limpia.

La transformación de París 1860

Este movimiento afecto toda la Europa del siglo XIX y se extendió por el planeta hasta bien entrado el siglo XX. Cómo resultado, la expectativa de vida de los habitantes de la ciudad se incrementó de manera notable, gracias a estos cambios y con la aparición de las campañas masivas de vacunación que aparecen en esa misma época que también se hacían más fáciles de realizar en ciudades.

Sin embargo, lo que enfrentamos hoy día es otra escala del mismo fenómeno, nuestra inmensa expansión urbana y modo de vida basado en el consumo nos ha acarreado nuevos contactos con otro tipo de patógenos más peligros y letales. Cómo aseguraba Bill Gates apenas hace cinco años el surgimiento de una enfermedad viral que afecte el sistema respiratorio es y fue nuestra más grande amenaza global.

Las ciudades mueven millones de personas al año tanto de forma interna cómo externa, las fronteras que antes estaban a meses de distancia ahora lo están a unas pocas horas de vuelo. Así que la diseminación de enfermedades desde el otro lado del mundo es ahora cuestión de pocos días, el que hoy las ciudades con mayor proyección internacional sean de las más golpeadas por el nuevo COVID-19 da muestra fehaciente de esto.

El cómo esta realidad va a transformar nuestras ciudades es aún una pregunta abierta, pero no me cabe la menor duda que la transformación llegará y que luego de esta epidemia cómo en toda la historia del mundo urbanizado, las cosas ya no serán las mismas.

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