Del verde al gris y de vuelta al verde III

Las urbes sin parques
El Imparcial 10 de julio de 2013




Una de las muchas cosas que la ciudad perdió durante su proceso de crecimiento moderno es por redundante o absurdo que parezca su propio suelo. Las urbes crecieron a una velocidad tal y con un orden tan emergente que olvidaron dejar alguna reserva de suelo para algo que no sea la expansión física del a ciudad y el acomodo de personas.


Hoy día prácticamente cada ciudad de más de 50 mil habitantes de este país no cumple con las recomendaciones mínimas de espacio libre recomendado por habitante. El fin de este espacio dedicado a ser simplemente un área libre, es complementar algunas de las actividades más importantes en la vida de las personas; jugar, convivir, aprender, descansar, etc.


Diversos estudios realizados por todo el mundo y bajo la mirada de un buen número de organizaciones internacionales, como la Organización Mundial de la Salud, han demostrado la importancia de contar con lugares donde desarrollar estas actividades para el buen desarrollo integral de las personas.


De echo no sería raro encontrar una parte importante de los problemas sociales que vivimos hoy en día en la falta y mala calidad de espacios abiertos en nuestras ciudades, que faciliten la convivencia de las personas.


El porqué de la ausencia de estos lugares en la configuración de las ciudades en nuestros tiempos lo podemos encontrar en la evidente falta de planeación de las mismas y en la incomprensión de las fuerzas que dan forma a una ciudad en un entorno como el nuestro.


Las manchas urbanas en nuestro entorno son como hemos dicho al inicio de esta serie, el resultado de fenómenos meramente sociales y económicos. Pretender que la mejor respuesta que podemos dar es la regulación en base a planes incumplidos y normativas imposibles de aplicar ha sido un error que ha costado mucho a la ciudad y sus habitantes.


Las ciudades crecen y consumen cada metro cuadrado con el que cuenta, y lo normal es que la infraestructura que le debe complementarles llegue después, y no antes a los espacios urbanos. Es decir, se tratan de cubrir deficiencias que para cuando nos damos cuenta de su existencia son demasiadas como para atenderlas efectivamente, y el generar espacios libres y colectivos no es ni por mucho una urgencia.


Antes esta la construcción de líneas de agua potable, drenajes, electricidad y la pavimentación de calles. Cuando esto este concebido difícilmente sobrarán recursos o espacios para una actividad tan poco valorada hoy en día como el desarrollo humano y la existencia de la naturaleza entre nosotros. Otros barrios aparecerán con iguales necesidades y habrá que atenderlos.


Aquí la existencia de un modelo de crecimiento expansivo en nuestras ciudades es determinante. Mientras más se alarga la ciudad las infraestructuras y servicios más complicado es hacerlos llegar a cada lugar y rincón sobre el territorio de la ciudad. Esto genera un déficit de atención, no se cubren totalmente la necesidades de los barrios si no que se medio atienden a todas las unidades urbanas que van surgiendo en la ciudad.


Lo cierto es que somos seres sociales que seguimos dependiendo de nuestro entorno para poder desarrollarnos adecuadamente. Y que la existencia de estos espacios es fundamental para que nuestras ciudades recobren el control de su territorio y más importante aún de los fenómenos sociales que suceden en su interior.


El sistema de barrios y colonias presenta grandes ventajas para esto suceda. Si pudiéramos dotar a cada demarcación con una unidad de equipamiento que permita la recuperación y consolidación de áreas verdes y otros espacios abiertos en la ciudad, seguramente la calidad de vida de cientos de miles de personas se vería impactada de forma positiva.


El que las ciudades no cuenten con espacios verdes en la actualidad, no quiere decir que no podría contar con estos en un futuro. Y de echo así como surgen viviendas en algunos casos surgen pequeños espacios residuales que forman una pequeña red de espacios abiertos. Estos podrían ser el inicio de un nuevo fenómeno urbano del que hablaremos después.


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