El juego de la bolita I
Transporte
público
El imparcial 14 de mayo 2013
Un fenómeno se ha
hecho común en los últimos tiempos de la vida política de nuestro país, la
burocracia se ha multiplicado increíblemente incrementando por consiguiente su
costo. Según estudios del CIDE una media del 50 por ciento del dinero público
en municipios se dedica al pago de nómina y operación, aunque los hay los que
gastan un 80 %. Lo que limita la capacidad de estos de realizar inversiones por
ejemplo en infraestructura básica.
Aparecen cada
tanto distintas instituciones, de ámbito municipal, estatal y federal, que en
teoría están avocados a cubrir los mismos temas; medio ambiente, manejo del
agua, transporte, etc. Lo curioso es que parece que esta duplicidad de cargos
no ha servido de mucho para confrontar los retos que enfrentan la sociedad y en
particular aquellos que aquejan las ciudades.
Por el contrarío,
muchas veces debido a las cautelas y mediciones políticas, parece que quienes
deberían trabajar en el mismo sentido se abandonan unos a otra y muchas veces
incluso se trastocan.
Un hecho reciente
da muestra de eso y sorprende de sobremanera, el Cabildo de la ciudad, ante las
distintas confrontaciones que ha suscitado prestadores de servicio del
transporte público llama al Secretario de transporte del gobierno estatal a dar
cuentas sobre el estado de las cosas al tiempo que este –el Cabildo-- se
desmarcan de esta problemática.
Sorprende de
sobremanera esta actitud escuchada de múltiples miembros de la administración
municipal, sobre todo en el seno del Cabildo, órgano que esta
constitucionalmente facultado para no sólo confrontar estos problemas. Si no
para crear las herramientas legales que hagan falta para poner orden en la
estructura del transporte en su demarcación, que es cierto al día de hoy se ha
convertido más en un problema que en una solución para los habitantes de la
ciudad.
Así lo establece
nuestra constitución en su artículo 115, fracciones: II, III, V, en particular
la fracción V dicta: Los Municipios en los términos de las Leyes Federales y
Estatales relativas, tendrán facultades para: H) Intervenir en la formulación y
aplicación de Programas de Trasporte Público de Pasajeros cuando aquellos
afecten su ámbito territorial. Así también el artículo 131 brinda la formula
para que los municipios actúen en la regulación de estos servicios.
Sin restar de
ninguna manera responsabilidad a los encargados de Secretaría de Vialidad y
Transporte del estado, los ciudadanos de a pié de esta ciudad no podemos
consentir que nuestras administraciones den pasos de costado. Y se desmarquen
de situaciones tan duras para su vida cotidiana como la que implica el mal
servicio y golpeteo constante de algunos prestadores de este tipo de servicios.
Por el contrarío,
lo que se requiere para enfrentar estas dificultades es una toma de
responsabilidades colectiva y que nuestros servidores públicos asuman su
función e inicien un proceso de dialogo con sus comunes, para dar solución a
estas situaciones tan cítricas y cotidianas.
Se requiere
superar el constante temor de los costos políticos y darse cuenta de la
urgencia de ciertas situaciones que aquejan a la ciudad y sus habitantes. Hacer
las alianzas que hagan falta, tomar las decisiones que sean requeridas y que
nuestros servidores públicos actúen más como tales antes que como miembros tal
o cual grupo o partido.
Recientemente se
hacia del conocimiento una encuesta --que si bien limitada-- revelaba que hasta
el 90 por ciento de los habitantes de la ciudad hacen uso del transporte
público en la ciudad. Lo que significaría que lo que suceda en este sector
afecta como consecuencia al 90 por ciento de la población, lo que debería ser
lo suficientemente importante para hacer que la sociedad y sus gobiernos se
pongan a trabajar profundamente sobre el tema.
De igual manera,
debería ser un llamado para que los prestadores del servido y en particular sus
líderes entren en un proceso de reflexión sobre la responsabilidad que compaña
la concesión pública que ostentan. Poner contra las cuerdas a la ciudad una o
dos veces a la semana no ayuda en nada a mejorarlas condiciones de vida de está
y sus habitantes. Por el contrario, es una forma más de sumirla en la crisis
económica y de valores que arrastra hace ya varios años.
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