El juego de la Bolita II
¿Quién cuida los ríos?
El imparcial 21 de mayo de 2014
El imparcial 21 de mayo de 2014
Hay un aspecto que por vital hay que
destacar en la forma en que el estado y sus administraciones se han
conformado a propósito temas relevantes para la vida de las
personas. Sin que esto necesariamente signifique una mejora o
solución ante estas problemáticas, esto es notable en el tema del
agua en regiones como la nuestra.
En el caso del manejo de los ríos y
afluentes de agua existen a escala estatal unas cuatro y municipal
por lo menos dos. Sin embargo el deterioro que han sufrido los ríos
en los últimos tiempos es evidentemente grave y cada año que pasa
las opciones de revertirlo se va reduciendo constantemente. Sobretodo
a su paso por las ciudades pero ya también fuera de los límites de
la estas y ante la urbanización progresiva del agro, los ríos de
los Valles Centrales se han visto sometidos a una presión que puede
llevarlos a su aniquilación.
Basta hacer un recorrido por sus
márgenes para que cualquiera pueda constatar lo que esta sucediendo.
Desde su franca contaminación debido al elevado número de descargas
sanitarias que se han conectado directamente a estos afluentes ante
la inoperatividad de casi la totalidad de las plantas de tratamiento
de la región. Hasta la constante extracción de materiales pétreos
de sus lechos.
Lo cierto es que la amenaza sobre los
ríos se incrementa a medida que la población los empieza a mirar
más como problema que una fortuna. Una que permitió el desarrollo
de una de las más antiguas civilizaciones del continente sobre el
mismo territorio que hoy ocupa la ciudad de Oaxaca.
Pero el problema de la relación entre
las personas y estos afluentes no tiene que ver con su existencia y
si mucho con su manejo. Para iniciar hay que dejar claro que ellos ya
estaban aquí mucho antes que el ser humano pudiera pronunciar alguna
palabra. El problema se define desde el manejo y la falta de
consciencia que hemos hecho a la hora de acercarnos a ellos.
En el caso de la ciudad de Oaxaca es
evidente como se ha permitido y a veces inducido o solapado, que las
personas de todas clases sociales invadan los límites de los ríos.
Ocupando sus zonas naturales de inundación, o directamente cortando
su trasiego, lo que ha colocado por un lado en situación de riesgo a
los ocupantes de estos causes que deberían contar con protección
federal, y por otro al río mismo que ante la presencia humana se
compromete su existencial.
Los ríos se van consumiendo poco a
poco ante la mirada apenas vigilante de quienes habitamos la ciudad,
y particularmente de quienes debieran encargarse de cuidado y manejo.
No bastan las buenas intenciones si por muchas declaraciones que se
hagan en favor de ríos. Si no se toman medidas urgentes de todos los
órganos de gobierno es evidente que el deterioro de los grandes ríos
de los Valles Centrales será cada vez más grave.
Aquí hay que tomar consciencia que
aunque muchos no lo sepamos, nuestro destino y el de la ciudad esta
estrechamente ligado a la existencia de estos acuíferos y a la buena
relación que construyamos con ellos. Para darnos una idea hay que
mencionar que más de la mitad del agua que se distribuye en la
ciudad de Oaxaca proviene de pozos ubicados a lo largo del recorrido
del río Atoyác.
Por lo que el buen estado de su caudal
hoy altamente contaminado por la propia actividad humana, resulta de
vital importancia para que los habitantes de esta nuestra ciudad
podamos seguir desarrollando nuestro cotidiano.
De aquí también la importancia de que
se desarrolle una estrategia que integre a todos los niveles de la
administración pública, para que estos se involucren de forma más
contundente en la recuperación de la buena salud del sistema de
ríos, sin admitir evasiones o argumentos de jurisdicción, como ha
venido sucediendo en los últimos tiempos.
Hace un año, en el seno de la
administración municipal hubo un intento de generar un grupo de
trabajo interdisciplinario e intersectorial que se reunió de manera
constante para abordar este tema. El resultado fue un documento con
una serie de puntos consensuados que sin embargo al momento de
elevarlos al plano formal de las instituciones faltó determinación
y así muchas horas de trabajo voluntarioso de organizaciones civiles
y de gobierno fueron reducidas a cero.
La ciudad no puede sobrevivir sin agua,
sin ecosistemas saludable y vivos de los cuales dependemos de manera
directa. Sin ellos no estaríamos aquí y si desaparecen nuestro
futuro se vislumbra muy oscuro, eso deberíamos recordarlo todos los
que aquí habitamos.
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