Gasosolinazos

Que más hay detrás
El imparcial 13 de junio de 2014

Desde algunos años y cada mes se desata un debate que se ha transformado en una especie de bandera de lucha por parte de algunos agentes sociales y económicos que critican el alza mensual del precio de las gasolinas. O mejor dicho los combustibles fósiles que usamos para mantener la mayor parte de nuestros vehículos en movimiento.

Pero lo cierto es que esta situación es mucho más amplia de lo que normalmente se hace notar en la mayoría de los debates.

Lo que pretende este aumento paulatino en el costo de los combustibles es la compensación del precio de los hidrocarburos para que estos se acerquen al precio real que estos tienen en el mercado internacional. En la actualidad las gasolinas en México reciben un subsidio, equivalente a 200 mil millones de pesos lo que le convierte en el programa de subsidio más caro que el país costea.

Por otro lado, es un hecho que quienes poseen un auto no se encuentran entre la población de menores recursos del país. Por el contrarío, suele tratarse de un estrato de mediano u alto ingreso, donde las familias suelen poseer incluso más de un automóvil. Lo que finalmente se traduce en que el subsidio más caro que paga el estado no está dirigido para los más necesitados.

De igual manera hay que poner atención a un hecho muy relevante y comprometedor en materia de soberanía energética y gasto para nuestro país. El 50% de la gasolina que usamos y hasta el 70% de diesel que consumimos no está producido en México, se importa, especialmente de los Estados Unidos para su reventa en el país. 

Así que saquemos la cuenta y notarán como más de la mitad de este gigantesco subsidio sale del país vía la compra de estos hidrocarburos, para luego ponerlos a disposición y venta de la población local que posea un vehículo de motor, con un alto costo agregado.

Otros elementos ha considerar son el hecho que un costo irreal de la gasolina termina siendo un promotor para que más población se convierta en poseedor y usuario de vehículos de motor particulares. Al final se termina subsidiando el componente de uso más cotidiano de cualquier vehículo, su combustible, lo que se suma a la eliminación de impuestos como la tenencia vehicular, que los propietarios de autos tenían que pagar y que ha desaparecido en varios estados. 

¿Pero porqué resultan relevantes y oportunas estas aclaraciones? Pues por dos hechos en particular que afectan a la gran mayoría de personas que hoy día habitamos en ciudades por todo el país. 

Primero, los automóviles son la principal causa de contaminación en el planeta, muy particularmente en las ciudades, estos se traduce en altos costos tanto económicos como en la salud que se generalizan al total de la población, tengan o no tengan auto. Y segundo, la ocupación y uso de espacio por los autos en las ciudades genera un muy alto costo financiero a las urbes, tanto en mantenimiento y construcción de vías como en perdida de espacio público en favor de los automóviles.

Así el subsidio millonario que se paga con los recursos de todos termina financiando algunas de las mayores crisis que enfrentamos como sociedad. Cualquiera propietario o no propietario de un vehículo de motor puede darse cuenta que la calidad de vida en las ciudades disminuye a medida que el padrón vehicular crece. Contaminación visual, auditiva del medio ambiente, estrés, agresividad, embotellamientos y colapsos viales se han convertido en parte del cotidiano de las urbes.

Por estos motivos resulta esencial equilibrar esta balanza, en favor de una estrategia de movilidad más integral y menos dependiente del uso de gasolinas. Al final el gasto en combustibles sería mucho menor si se contara con estrategias y servicios que permitieran que la gente reduzca el uso de vehículos particulares para su movilidad cotidiana. 

Si una parte de esta enorme cantidad de recursos se dirigiera a financiar la movilidad no motorizada o se implementara un mecanismo para que fuera el transporte público quién se beneficiara de esta reducción, las cosas serían muy distintas. Las opciones están abiertas, es cuestión de explorarlas y hacerlas posibles, lo que si es un hecho es que el actual modelo de subsidio a la gasolina ayuda a muy pocos y afecta una u otra manera a casi todos.

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