Sobre ciudades y parques temáticos
Los lunes del cerro
El imparcial 16 de julio de 2014
Cada año en la ciudad se vive un
sobresalto producido por las llamadas fiestas del lunes del cerro o
como se le denomina normalmente Guelaguetza. Esta tradición bastante
forzada se convierte peligrosamente en un experimento social que
transmite una serie de principios que habrá que atender con especial
cuidado, y desde el personal punto de vista de quien escribe esta
columna incluso precaución.
Lo que se ha tratado de vender mediante
la realización de esta festividad no es la idea de una sociedad que
se moderniza y avanza hacia el estado de bienestar común. Ni
siquiera es una proyección de un sistema de valores con el que la
mayoría de la sociedad comulgue, se trata más bien de una
manifestación cada vez mas folclorista que genera un espejismo sobre
lo que es una sociedad como la oaxaqueña en la actualidad.
Este hecho no sería de mayor
importancia si no fuera por qué se ha venido desarrollando una
estrategia cada vez más armada para relacionar a la ciudad y sus
habitantes con este modelo de espectáculo que reduce a las personas
a una expresión minina de lo que realmente son. Se trata de una
construcción artificial sobre lo que pasa en estado y sus ciudades
cada día más parecida a una simulación.
Este año se llegó al extremo de las
cosas con la campaña publicitaria que tuvo que ser modificada que
presentaba a los habitantes de la ciudad, y sus grupos étnicos como
meros sirvientes de quienes vistan el estado y la ciudad. Una mirada
muy oscura y poco pensada de lo que deberían ser las manifestaciones
culturales contemporáneas.
Una ciudad que se asume a si misma como
un polo cultural, no es aquella que realiza más representaciones
masivas de este u otro tipo de expresiones. Es aquella donde su
población, quienes la habitan y la hacen funcionar, tiene acceso y
relación continua con agentes culturales que incrementan su
sensibilidad sobre los aspectos fundamentales de la cultura local y
universal.
Las estrategias culturales de las
ciudades no deben estar construías y basadas para un espectáculo de
un día o una tarde, deberían estar fincadas en la construcción de
una sociedad bien informada y educada con acceso a infraestructura y
servicios de calidad.
Esta confusión se hace más y más
profunda y se llega al grado de dedicar grandes sumas de dinero para
financiar festivales como esta que sólo sobrevive por la inyección
de grandes cantidades de dinero público. Se ha presumido que la
ciudad de Oaxaca tienen una estrecha relación con las actividades
turísticas, y desde allí se han justificado estas inversiones sin
mucho sentido.
Sin embargo la realidad es otra, el
aporte del turismo al PIB de la Zona Metropolitana de Oaxaca no llega
al 4% del total, de acuerdo al sistema de cuantas nacionales del
INEGI, que esta abierto para que cualquiera lo consulte. Otros
sectores como el de los servicios de salud privados aportan más que
este sector en particular a la vida de la ciudad, sin embargo la
obsesión con la Guelagueza obvia todos estos hechos.
Imaginemos que pasaría si una parte de
los millones que se gastan en este festival, se dedicara a generar
equipamiento cultural en barrios y colonias. Mismo que dicho sea de
paso carecen de esta oferta de servicios y actividades, pese ser
donde habita más del 90% de la población. Población que permanece
apartada de las expresiones folclóricas de la Guelaguetza y que
difícilmente se podría ver identificadas con ellas.
Las ciudades no pueden y no deben
convertirse en parques temáticos de ningún tipo, una osa es
organizar un festival de cualquier tipo, y otra generar un ambiente
de simulación generalizado. Sobretodo cuando la emergencia que se
vive en la periferia es constante. Inseguridad, falta de servicios
básicos, escuelas, informalidad en el empleo, en general falta de
opciones.
Si bien es necesario dar lugar a las
expresiones culturales incluso las que representa la Guelaguetza en
la ciudad, no se puede centrar toda la estrategia de gestión
cultural y de impulso económico de la ciudad en este acontecimiento.
Resulta altamente importante poner este evento en su justa medida,
como una celebración que hace 60 años ni siquiera existía, pero
qué en si no resuelve el rezago en materia de cultura y crisis
económica que enfrenta la ciudad desde hace tiempo.
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