Equipamientos mínimos I
El origen de las ideas
El imparcial 13 de agosto de 2014
Recientemente se han desarrollado
investigaciones y como consecuencia publicaciones, sobre el papel del
espacio público en la conformación de una sociedad más equilibrada
y estable. Por desgracia esta tendencia tiene poco que ver con un
genuino interés por entender el papel de los lugares comunes en la
psique de la ciudad y se han desatado como una forma de entender y
combatir la escalada de violencia que ha afectado Latinoamérica y
México, en particular en los últimos años.
El problema de esta perspectiva es que
busca resolver sólo una pequeña parte del gran campo que representa
la comprensión de la convivencia humana en ambientes adecuados
dentro de la ciudad. Al simplificar esta comprensión y reducirla al
simple hecho que establecer un espacio público más o menos adecuado
resuelve el o los problemas de convivencia que enfrentamos se está
perdiendo el fondo real de estas acciones.
La generación de espacios públicos a
destajo como parques y áreas infantiles, no garantizan el éxito
futuro de estos espacios y una mejora inmediata del carácter
“humano” de la ciudad.
Para que esto suceda se requiere una
auténtica comprensión de lo que cada espacio y componente de la
sociedad requiere. Las ciudades pese a su aparente homogeneidad, son
increíblemente diversas, mucho más de lo que el ojo o la
perspectiva inmediata de cada urbe pudiera reflejar.
El tipo de lazo o lazos dentro de un
barrio o colonia, el origen de sus pobladores. La historia, estrato
social, nivel educativo, el índice de desarrollo humano de sus
habitantes, e incluso algo casi imposible de definir pero qué se
parece mucho al “espíritu del barrio” resultan ser factores que
describen la situación y relación de una parte del entramado urbano
u otra, de un bario a otro. La ciudad se replica, pero no se copia.
Es por eso que los procesos bajo los
cuales se genera el espacio público requieren la participación y
comprensión de los actores que dan origen y sentido a estos
espacios. Una ciudad sin la posibilidad de participar y hablar,
termina siendo por definición en una ciudad muda, los
habitantes de la ciudad deben tener posibilidad de participar en las
transformaciones que su espacio vital demande o participe.
Desde luego la escala de las
intervenciones urbanas requieren distintos tipos de participación
ciudadana. Partiendo los parques de bolsillo hasta la grandes
infraestructuras hay una gran distancia y la forma de abordar estas
intervenciones desde los procesos participativos debe ser también
diferenciados.
Pero hay muchas experiencias que nos
ayudan a enfrentar estas situaciones, las personas participan en la
toma de decisiones y en la evaluación de proyectos en muchos lugares
y bajo distintas estructuras. Desde los presupuestos participativos
hasta los talleres de diseño que se realizan en pequeñas unidades
territoriales para que la gente del lugar defina las transformaciones
de su espacio inmediato, hay muchas maneras de que las personas se
sientan parte y creadores de un proyecto.
Y es que quién conoce más las
necesidades de un lugar que sus propios habitantes, aquellos que le
recorren cada día y que han visto ir y venir transformaciones,
asimilando cada día los cambios y construyendo soluciones
silenciosas a las que resta sólo darle estructura y viabilidad.
En la actualidad los profesionales que
se dedican al generar y transformar el espacio urbano, --que no
debemos olvidar en nuestro país la forma de vida urbana representa
tres cuartas partes del total de la población-- deben por condición
natural realizar un proceso de aproximación hacia quienes habitan el
lugar que sera intervenido.
Los tiempos en que los proyectos se
hacían desde la estadística y el escritorio se han terminado, la
ciudad requiere acuerdos para poder avanzar hacia un estado de paz
social y por lo tanto de desarrollo. Y estos estados sólo se logran
cuando se suman en su transformación la mayor cantidad de actores
posibles, pese a las dificultades que esto pudiera resultar.
En algunos lugares este fenómeno se ha
extendido más allá y se han conseguido cambios realmente increíbles
que han redefinido el espacio publico y por lo tanto las ciudades.
Desde San Francisco hasta Barcelona, en Medellin o Río de Jaranero
la ciudad se construye con la participación de sus habitantes, y
cada pequeño espacio que se genera es una parte más de la ciudad
que se suma, pero sobre todo es una parte más de algo que pertenece
a todos.
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