La no cultura vial II

Segundas filas
El Imparcial, 15 de agosto del 2012

Calle Hidalgo, cualquier día

A lo largo del tiempo que esta columna ha sido publicada, hemos intentado dale un carácter serio y comprometido con la ciudad y sus habitantes. Sin embargo, el tema que pretendemos desarrollar a continuación requiere decididamente de un poco de humor para poder sobrevivirlo.

Para los que no somos nacidos en esta ciudad, existen una serie de cosas que nos hacen sentir que este es un lugar diferente y particular. Están por un lado los factores que tienen que ver con el paisaje del lugar, los amplios valles, con las grandes cadenas montañosas y sus ríos. También esta el clima, algo que todos adoramos de la ciudad, pese a un notable incremento en la temperatura en los últimos tiempos. 

Esta la cultura,  en sus múltiples expresiones que dan cuenta de complejidad social de algunos de los pueblos más antiguos del continente americano. La comida como una de estas expresiones, que es sin duda una de las cosas que más disfrutamos los avecindados en la ciudad.

Pero también, una de las cosas que uno encuentra como parte profunda de la cultura y más particularmente vida de la ciudad, son las dobles filas de autos. Si señores, esta práctica tan común como ponerse los zapatos en la mañana, es sin duda una de las múltiples etiquetas que caracterizan la vida cotidiana de nuestra urbe. 

Todos hemos enfrentado esta situación en algún momento, de forma tan natural que muchas veces ya no sorprende. Se pueden enumerar un número infinito de anécdotas que forman parte de nuestra vida diaria. Entre las mejores que recuerdo, esta la de un chófer de autobús urbano, que tuvo a bien bajar por una torta, es decir, esperar a que se la prepararán, mientras el autobús medio lleno medio vacío, obstaculizaba un carril del periférico.

Pero estos acontecimientos no que se quedan allí, da igual si la calle es chica o grande, si hay un hospital o una escuela, si el oficial transito esta a diez metros o no se le ve el sombrero. Volver estacionamiento, un carril extra de nuestras vialidad ha elevado a nivel casi constitucional la inconsciencia de muchos conductores.

La verdad, es que esta práctica tan tradicional es una de las que más afectan la movilidad en la parte central de la ciudad. Los especialistas en vialidad nos dicen que este fenómeno puede reducir la capacidad de flujo de una persona hasta en un 40 %. Es decir una sola persona detenida al paralelo de la fila autorizada de estacionamiento, causa un problema que reduce casi a la mitad la capacidad de circular de una calle.

Ahora multipliquemos este fenómeno, por el número de calles que cada día en la ciudad padecen esta situación, que dicho sea de paso, no es un fenómeno exclusivo de la parte centra de la ciudad. Idéntica práctica se repite en muchas de las colonias y barrios, que componen nuestra ciudad. Lo que aporta en mucho al caos vial que se ha echo presente en la vida cotidiana de nuestra urbe.

El problema de la doble fila, es también uno de estos conflictos que se resuelve en el momento que la sociedad así lo decida. No requiere de grandes inversiones ni de costosas infraestructuras, basta con decir no más. Con darnos cuenta que ese minuto o quince minutos que suponemos tardará nuestra espera fuera de la fila de estacionado, se multiplica por todos aquellos que tengan la misma idea. Lo que finalmente se traduce en muchas horas de bloqueos en la ciudad. 

Bloqueos que a diferencia de aquellos que llevan en su sentir algún tipo de demanda social, o política,  están plenamente aceptados y asumidos por la sociedad. Pero si sumamos horas y costos sociales, descubriremos que a la larga son tan dañinos como los otros. La diferencia es que nos hemos vuelto tolerantes con  aquellas faltas que creemos podemos cometer todos un “poquito”.

Quienes hemos trabajado el tema de la ciudad, en este y otros lugares, sabemos que no existe, no hay, y no habrá mejor solución a los conflictos urbanos que la consientización y acción de una sociedad informada y responsable de sus actos. La formación de un sentido de compromiso colectivo de la población ha sido la forma en que muchas ciudades han salido de los grandes problemas que las han azotado por largo tiempo.

Si hay dudas al respecto, recordemos los pocos días que transito municipal implanta un operativo contra la doble fila. Podemos ver como muchas calles recuperan el paso para dos carriles en continuo, lo que termina facilitando el flujo en beneficio de todos lo que que por aquí pasan.

Sería increíble si esto sucediera de manera natural y ordenada, si no fuera necesario la coacción para impedir esta mala práctico, que por interiorizada que esté en la cultura de la ciudad, debe desaparecer. Como todo aquello malo que sobrevive en el rincón de las cosas que nos hacen daño como colectivo.

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