Taxis


La solución que se hizo problema
El Imparcial 1 de Agosto del 2011


Taxi colectivo Zaachila




Quienes habitamos la ciudad de Oaxaca estamos acostumbrados a que el paisaje se pueble constantemente de  autos compactos que operan como unidades de transporte público, de colores tan diversos que cuesta trabajo identificarlos como un sólo colectivos. Sólo destacan aquellos pintados de colores vino y blanco que uniforma a aquellos taxis que no pertenecen al municipio de Oaxaca de Juárez, que llamamos foráneos.


Estos vehículos son en mucho responsables de que una ciudad que carece de un sistema integrado de transporte público opere cada día. Su aparición se remonta muchas décadas en el pasado, pero su omnipresencia en la vida urbana acompaña la etapa de crecimiento expansivo que la ciudad ha sufrido sobretodo en las últimas tres décadas.


El como este ingrediente indispensable para la operación de las urbes paso de ser un servicio más, a un dolor de cabeza para buena parte de la sociedad, debiera ser analizado y entendido en su contexto. Al igual que muchos de los conflictos que enfrentan esta y otras ciudades, son resultado de una combinación de factores. Sería extremadamente sencillo culpar a los prestadores de este servicio a bote pronto, sin entender el proceso que los ha acompañado hasta la actualidad.


Más allá de la corrupción histórica, hay por lo menos tres factores que dan origen a el fenómeno contemporáneo del taxi. Uno que tiene que ver con el propio crecimiento de la ciudad. La debilidad de la economía del estado que limita la oferta de empleos unos pocos sectores, entre ellos del transporte, que según el INEGI es la quinto sector que aporta al PIB estatal. Finalmente, otro que involucra al estado y sus componentes, al dejar de participar en la prestación y regulación del servicio de transporte público en sus distintas modalidades.


Cada uno de estos ingrediente tiene un nivel de responsabilidad, para generar el ambiente que permitió la incursión de los vehículos monomotor como forma dominante de transporte público. Por un lado, la expansión de la urbe en mancha de aceite, requirió de un sistema de movilidad flexible que permitiera trasladar a una población diseminada en el territorio. Que sin embargo, participa de una economía altamente concentrada; este es el nicho que llenó el taxi, sobre todo en su formato colectivo, --una deformación altamente conflictivas del servicio--.


Por otro lado, la poca industrialización y una dependencia del sector terciario ha dado lugar a que el mercado de trabajo sea verdaderamente limitado. Lo que relega a los habitantes del estado a sectores como la economía informal --donde se generan cuatro de cada cinco empleos--, la burocracia, y los servicios. Entre ellos el transporte público tiene un papel central.


Pero es la falta de interés del estado en el sector de la movilidad, quién carga con la mayor responsabilidad. Este desinterés –y aveces manipulación--, que arrastra décadas y mandatos varios, ha permitido por ejemplo, que un sector que como hemos dicho es la quinta “industria del estado” prácticamente no aporte al sistema recaudatorio. La administración pública ha fallado a la hora de controlar tarifas, supervisar las condiciones de trabajo de los empleados del volante, regular rutas o establecer límites.


Estos comentarios no pretenden exhibir al estado. De nuevo, el problema es responsabilidad de muchos, como para reducirlo tanto. Simplemente, se pretende indicar el hecho de que es en el estado mismo donde radica la solución a un problema que a evolucionado al tiempo que la sociedad se transforma en urbana, fenómeno hoy imparable.


Si recordamos como hace 20 años, otro medio de transporte, de mayor capacidad, como lo fue el tren se encargaba del movilizar a las personas de mediano recorrido en los Valles Centrales, veremos un escenario distinto. Este servicio prestado por el estado, permitía que la población accediera a un medio de transporte de bajo coste que remplaza en el caso de los taxis colectivos hasta 60 vehículos, generando igualmente empleos. Es la desaparición de dicho medio, responsabilidad del gobierno central, lo que en mucho da origen a la crisis de movilidad que se intentó resolver con autos compactos.


Este modelo, ha dado servicio a la sociedad por un cuarto de siglo, hasta que ha quedado evidenciada sus deficiencias como medio de transporte predominante en un contexto de movilidad como el actual. El taxi debe retomar su papel como transporte alternativo, no primario. Y el estado debe asumir su papel regulador y trabajar con las asociaciones del transporte para iniciar una nueva transformación hacia un sistema integrado y vigilado. Por que no hay que dejar de lado, que sobre los legítimos intereses de un colectivo, están los también legítimos intereses y necesidades de la mayoría.

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