La no cultura vial III
Los cruces
El Imparcial 23 de agosto del 2012
Uno de los
aspectos más complicados de resolver en el
ámbito del diseño vial en las ciudades, son los
encuentros o cruces. La razón, es casi obvia, los conflictos en
prácticamente cualquier campo, son casi siempre resultado de
encuentros o choques. Su reto ha sido desde siempre encontrarles una
solución.
A nivel de la ciudad y su
vialidad, el conflicto se ha elevado, debido a que los encuentros
suelen incluir distintos tipos de usuarios. Que tienen igualmente
necesidades y capacidades diferentes, que sin embargo y sin duda
alguna convergerán en algún punto de la ciudad.
Estas situaciones, se
repiten literalmente, cientos de miles de veces cada día. En todos
los sectores de la ciudad enfrentamos cada día diversos encuentros.
Ya sean persona persona, persona auto, auto motocicleta, bicicleta
auto, o cualquier variación. Los habitantes de la ciudad, tienen la
necesidad de convivir estrechamente. Particularmente en una serie de
puntos clave para la operación de la movilidad de las urbes a los
que denominamos esquinas.
Y suele ser en estos tan
particulares lugares, donde se acumula buena parte de los conflictos
que la ciudad y sus habitantes enfrentan cada día. Sin embargo, por
extraño que nos pudiera resultar, y pese al incremento del padrón
vehicular, muchas veces la solución de estos conflictos suele ser
bastante simple, y pasa de nuevo por una adecuada cultura y práctica
vial.
En esta columna solemos
ser muy enfáticos a la hora de acusar que la mayor parte de los
conflictos viales que padece nuestra urbe, son originados por los
vehículos monomotor. No exageramos, son ellos en mucho los
responsables del caos urbano que padecemos cotidianamente. Para
muestra está el echo de que son también ellos la principal fuente
de contaminación atmosférica a nivel global. Pero tampoco son los
únicos culpables.
Otros usuarios del espacio
urbano y las vialidades, realizan también malas practicas viales que
terminan entorpeciendo la operabilidad de la ciudad. Peatones que
cruzan en cualquier parte, ciclistas que respetan los semáforos,
motociclistas que no se acotan a los carriles establecidos este.
Todas estas prácticas generan una combinación terrible y poco sana.
Y sucede que muchas de
estas malas prácticas se desarrollan justamente en los puntos
“nodales” del sistema vial: las esquinas.
De nuevo, la solución a
estos problemas rebasa temas técnicos y económicos y se encuentra
en manos de los propios usuarios de la ciudad. A medida que
comprendamos nuestro papel y responsabilidad en el juego de la urbe,
notaremos como es posible mejorar las condiciones de vida de todos
los que aquí habitamos. La formula es un grado de conciencia
colectiva y otro de presión social.
Sorprende que en otros
muchos lugares de mayor escala, incluso con problemas más amplios,
un adecuado manejo del conflicto en la esquina resuelve de manera muy
efectiva muchas de las problemáticas cotidianas de los viajeros.
Medidas muy simples han generado cambios espectaculares, siempre y
cuando sean adoptadas y asumidas por cada uno de los usuarios del
espacio urbano.
Existen muchas de estas
modalidades, la más conocida es el popular 1X1 es decir, en cada
esquina donde no hay semáforo, se debe permitir el paso una vez en
cada dirección. Esta practica es altamente efectiva, aunque tiene el
problema que suele sólo considerar a la parte vesicular del
conflicto. Lo que deja de lado el restante espectro de usuarios.
Lo cual nos lleva a otro
concepto que es indispensable dejar claro. El eje de la planeación
de la ciudad, incluso en el caso del aspecto vial, debe ser la escala
humana, es decir el peatón.
Debemos recordar que en
México sólo un número entre el 10 y el 15 % de la población tiene
automóvil. Pero que todos en algún momento del día somos peatones.
Y que si logramos garantizar el cruce al peatón de manera
privilegiada habremos resuelto una buena parte del problema de
movilidad en la ciudad, ya que estamos beneficiando a más del 80 %
de la población.
Una anécdota;
recuerdo que una estancia en Canadá, primera fuera de México, me
sorprendió la conducta de los usuario de automóviles. En un país
donde casi todo mundo tiene un coche, hay una regla de oro. Si hay
alguien parado esperando el cruce en la esquina, hay que detenerse y
dejarlo pasar, haya o no semáforo.
De no hacerlo se arriesgan
a un severo regaño ciudadano, por parte de algún conductor, que de
manera seria y firme, le explicará cuales son las reglas en ese
lugar. Y si lo digo, es por que desconocer esta civilizada práctica
me costo la primera reprimenda civil, por mala práctica vial de mi
historia. Esa fue la única vez.
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