Ciudad bloqueada

Ciudad sin futuro
El imparcial 13 de marzo del 2013

Cada día en esta ciudad de manera casi irónica muchos nos preguntamos ¿Cual será el bloqueo del día? ¿Habrá más de uno? ¿llegaremos a nuestro destino?

Esta incertidumbre ha creado un no sólo un ambiente de derrotismo generalizado, que se traduce en un disimulado así somos y no hay más que discutir. También es uno de los lastres que impiden el desarrollo económico de nuestra ciudad, y por consiguiente una gran mayoría de la población de Valles Centrales que habita en esta ciudad precisamente.

Esta práctica tan común como deleznable intenta reivindicar alguna de las muchas demandas sociales que en ambiente socio económico de la entidad puedan prevalecer --justas y no tanto--. Contradictoriamente, mediante dicho mecanismo de “lucha” se quebrantan los derechos de las otras muchas personas que no pertenecen a tal o cual colectivo, que intentan tener una día normal y que son tomados “prisioneros”.

De este modo la víctima se convierten victimario, una parte de la sociedad secuestra a la otra y le impone su fuerza. Este acto es precisamente lo que desata muchas de las manifestaciones que paran la ciudad, simplemente cambia el rol de los actores.

Aquí no se juzgará el origen y la manifestación de las luchas sociales, seguramente incluso coincidiremos en muchas de las demandas y hasta nos sumamos. Lo que no debería seguir siendo es que se continúen anteponiendo las demandas de grupos mayoritarios o minoritarios al resto de los habitantes de esta urbe que compartimos todos, para bien y para mal.

La ciudad de Oaxaca se encuentra por desgracia a la cola de casi todos los indicadores de desarrollo social, competencia y desarrollo. Resulta muy triste cuando se arranca algún proyecto o investigación, revisar los medidores comparativos que se generan regularmente y ver que pese a la enorme inversión federal en el estado y la ciudad misma, el carro no se mueve.

No se trata de culpabilizar a las organizaciones sociales de este hecho, pero lo cierto es que esta actitud indolente de muchos colectivos contra los habitantes de la ciudad de nada ayuda a superar estos rezagos. Por el contrarío, esta muestra de ingobernabilidad y poca tolerancia envía un mensaje en negativo hacia el exterior, lo que ahuyenta personas e inversiones.

Y como inversiones no sólo nos referimos a las de capital económico. La inversión más importante que dejamos de recibir es la del capital humano.

Muchas veces en esta misma columna hemos mencionado que para que una ciudad despegue y se posiciones por delante de otras, depende en buena manera de su capacidad de campar personas destacadas. Sujetos que terminan siendo el eje de transformación de la sociedad. Hablamos de gente creativa bien formada y dispuesta a proponer soluciones nuevas para los añejos problemas.

El capital humano es tan importante en la sociedad contemporánea que es ya uno de los medidores internacionales que se usan a la hora establece los ranking de ciudades a nivel mundial. Y son precisamente las ciudades que más atraen personal altamente calificado las que destacan en estas mediciones, marcando la pauta sobre todas las demás.

Bajo la situación actual que vive nuestra ciudad, resulta complicado suponer que Oaxaca ciudad pese a su belleza y buen clima, pueda resultar atractiva desde lo social para ya no atraer capital humano. Tenemos grande problemas para retener a los profesionales de alto nivel originarios de la entidad que salen a raudales de nuestra ciudad para desarrollar sus actividades, ante la falta de desarrollo en lo local.

Paralizar la ciudad bajo el sistema económico contemporáneo, debemos decirlo claro y alto, es llevar nuestras expectativas de futuro a un desfiladero. Equivale a detener el aparato creativo, económico y productivo, de aquel lugar desde donde se organiza la operación del estado entero.

Quienes hacen estas prácticas no deben evadir la responsabilidad que tienen cuando no llegue una obra sanitaria a la sierra una escuela a la cañada o un médico a su destino. 
Es vedad que el estado falla continuamente y que somos una comunidad cansada. Pero eso no debiera justificas que la sociedad devore a la sociedad, hay otras formas de lucha otras formas de sociedad, que sólo llegarán si abandonamos un modelo de protesta, que a la vista de las evidencias socioeconómicas simplemente ha fracasado.

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