El paso del peatón
Subir y bajar
Imparcial 10 de abril del 2013
Las ciudades mexicanas contemporáneas
se han construido desde la base de la emergencia y no así de la
planeación, la reflexión y la consciencia. Este modelo que ha dado
lugar a la construcción de urbes que muchas veces superan cualquier
lógica y forzan a las personas a aplicar razonamientos difíciles de
replicar a la hora de tratar de entenderlas.
Si miramos el caso de la ciudad de
México, por años y hasta hoy paradigma de la vida urbana y la
planeación de ciudades el país. Y con esto quiero decir que todo lo
que allí se hace se replica si o si en otros lugares sin un
razonamiento reflexivo desde lo local. Descubriremos que la irrupción
de la movilidad vehicular dio lugar aun modelo de ciudad expansiva,
dislocada y poco amable con las personas de a pié.
Uno de los ejemplos que mejor podemos
utilizar para denotar esta realidad es el de los mecanismos con que
cuentan los peatones para atravesar los llamados ejes viales que
organizan el espacio de esa urbe. El distrito Federal durante la
mitad del siglo XX y sobretodo bajo el gobierno del Regente Hank González se lanzó a una cruzada en pro de las vialidades vehiculares que
termino por configurar una ciudad más parecida aun tapete que a una
estructura urbana.
El problema fue que esta solución
intentaba dar respuesta a un sólo tipo de usuario de la ciudad,
aquel que tenía coche y dejo muy de lado a la otra parte la sociedad
aquella que no cuenta con un vehículo motorizado.
Como resultado los habitantes de la
ciudad quedaron atrapados en polígonos grandes y pequeños que les
restringían su capacidad de movimiento personal, haciendo los
dependientes de otras formas, en especial las motorizadas. Conjugado
con el cambio de escala de la ciudad, millones de patones se vieron
de repente convertidos en viajeros cotidianos, se volvieron
“urbanautas”.
Para tratar de mitigar el efecto que
los bordes viales representan en las ciudad se hicieron comunes un
artilugio que por ineficiente falla cotidianamente. El famoso paso
peatonal, que en cualquiera de sus distintas presentaciones, no es si
no un artefacto muy ineficiente, casi siempre desagradable a la vista
y extremadamente inseguro para las personas.
Quienes habitan las urbes e intentan
desplazarse de un lado a otro se ven sometidos a un nivel de estrés
tanto emocional como físico. Ya que aparte de ser la presa de los
conductores, resulta que un andante debe subir y baja de 5 a 6 metros
de altura en escaleras para poder cruzar una avenida. Y en el mejor
de los caso desplazarse sobre prolongadas trampas que son la
desesperación de los usuarios.
A esto se le suma que estos lugares son
de hecho ratoneras que facilitan a los delincuentes el emboscaron muy
fácilmente. Bastan dos personas y un poco de intimidación para que
un puente peatonal sea el lugar perfecto para delinquir. Es muy común
que esto suceda y es igualmente común que estos pasos sean propiedad
de alguna pandilla.
La otra alternativa a este elemento
elevado, es el paso deprimido. Si bien se trata de un elemento menos
complicado a nivel físico, tiene igualmente sus muchas dificultades, Esta igualmente el hecho de la inseguridad, pero se
suman otros, como temas de inundaciones, falta de luz o la aparición
de ambulantaje en sus bocas o interior –en los puentes pasa lo
mismo-- lo que los hace también lugares poco amables.
En medio de los problemas de
infraestructura que enfrentamos cada día deberíamos estar sumidos
en un búsqueda y captura de una solución que resuelva de una vez la
problemática que tienen el peatón para moverse en la ciudad. Una
donde no recaiga sobre el la responsabilidad de poder realizar un
cruce en una esquina. Y donde el conductor se consiente del hecho de
que el que va a pié es su congénere, su hermano, su pareja, su
hijo.
El peatón debe poder pasar por calles
ay avenidas con el menor esfuerzo posible, debe ser la pieza desde la
cual hagamos el resto de los planteamientos viales de la ciudad. Por
que si seguimos omitiéndolo como hemos hecho hasta ahora, perdemos
la posibilidad de construir una sociedad más organizada y
equilibrada.
Una donde sean los coches los que
desaparezcan del paisaje urbano cuando haga falta y donde las
personas sigan siendo aquello que da lugar y sentido a la ciudad.
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