¿Qué hace grande a una ciudad?

Tiempo de cambio
El imparcial 8 de Octubre de 2014



Durante el siglo pasado nos acostumbramos al hecho casi innegable que son las ciudades que lideran el mundo son aquellas de escala mayor donde se ha acumulado cientos de miles o millones de personas. Esto es parcialmente cierto, pero lo cierto es que más que una cuestión de escala lo que realmente hace una urbe fuerte e importante son una serie de valores que incluso pueden generarse en una ciudad de mediana o pequeña escala.

Esta realidad se resume en una palabra, innovación; las ciudades que van tomando la delantera en el concierto global son aquellas donde se implementan acciones radicales resultado de procesos creativos acompañados por la sociedad y las autoridades.

Las ciudades se han transformado en los espacios para crear y compartir por excelencia, la existencia de mejores infraestructuras, la implantación de centros académicos y de investigación. Así como la concentración de capital humano bien preparado son sin duda lo que permite la construcción de un ambiente favorable para los modelos de innovación radical.

El principal problema que enfrenta la implantación de este modelo, sobretodo en las ciudades de pequeña escala es sin duda alguna, el político. Mientras que las ciudades están llenas de jóvenes que intentan dejar su huella y la de su generación en ella, la clase política aún hoy mantiene una cierta reticencia a entrar en modelos de transformación fuera de los estándares conocidos y electoralmente cautos, es decir aún hay mucho tacto político en la forma en que se administran las ciudades.

Sin embargo, esta barrera es perfectamente superable e incluso aprovechable, así lo han demostrado en muchas ocasiones y en distintas latitudes un buen número de acciones que han resultado rentables social y políticamente.

Es el caso por ejemplo de ciudades como Nueva York, donde durante el mandato del alcalde Bloomberg se instauraron una serie de invasiones, ates impensables que ayudaron al re posicionamiento de esta ciudad en materia social y de negocios. La mejora en infraestructura para la movilidad no motorizada, tocó espacios tan emblemáticos como Times Square, y la llegada del sistema de bicicletas públicas puso de nuevo en marcha una ciudad congestionada y colapsada.

Igualmente la creación del primer parque elevado del mundo sobre un tramo de vía férrea abandonada dio como resultado no sólo una hermosa área verde. Si no que sirvió como pretexto para la rehabilitación de todo un sector de la ciudad y la llegada de inversiones privadas que han transformado una zona muy deteriorada.

En otra ciudad norte americana de menor tamaño una estrategia vinculada al transporte público generaba efectos similares. En la ciudad de Cleveland ubicada en los grandes lagos y golpeada fuerte mente por las crisis de los últimos años.

Allí en el epicentro de la industria automotriz norteamericana esta ciudad apostó por la construcción de un corredor de transporte público en una avenida de gran importancia para la ciudad. El corredor Euclide nombre de esta avenida, significo una invención federal del orden d ellos 200 millones de dólares en infraestructura. Sin embargo su inclusión en la vida de la ciudad resultó el detonante de un monto de inversiones públicas y privadas de casi 4 000 millones de dolares.

De forma que estas dos ciudades lograron mediante la inclusión de modelos de movilidad más sostenibles y acordes con los tiempos que corren en la actualidad, generar un impulso innovador que termino arrastrando a estas ciudades a una nueva era.

Ninguno de estos casos hubiera sido un éxito sin la participación decidida de la clase política y la sociedad en general. El riesgo que asumieron en materia política los liderazgos de estas ciudades no fue poco, sin embargo probaron que en tiempos de crisis las soluciones convencionales no son suficientes y que el repertorio de ideas para hacer frente a los retos de las ciudades es amplio y variado.

Ahora cabe suponer que este tipo de acciones puede ser repetible, si logramos gestar ideas trascendentes e innovadoras y si son acompañadas tanto por quienes gobiernan las ciudades como por quienes las habitan, ya veremos.



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