La ciudad es economía III
Gobernabilidad
El imparcial 6 de junio del 2012
Más de una vez hemos mencionado que
para que las ciudades ejerzan un papel relevante en el concierto
regional y global, debe ofrecer una serie de garantías que
favorezcan la creación de empresas y negocios, así como la llegada
de visitantes y mano de obra cualificada que esperemos permanezca en
el lugar por mucho tiempo, de entre todos estas garantías la
estabilidad social es quizás una de las más importantes. Sin
embargo, esa es la quizás la pata de donde más cojea la Ciudad de
Oaxaca y su área de influencia.
Esta situación es por mucho la
responsable de que nuestra ciudad sea vista desde lejos, --muchas
veces tan lejos como otras naciones--, como un lugar problemático y
hasta folclórico en el aspecto político y social. Una visión nada
positiva si lo que queremos es transfromarnos en una ciudad más rica
y con mayores posibilidades para todos. Sin embargo, esta posible
realidad atenta contra un orden preestablecido que beneficia grupos
de élite y fracciones con una visión caciquil que se rehusan
a que algo cambié.
Pero el problema tiene raíces más
profundas que habrá que analizar desde su origen para así poder
abatir sus terribles consecuencias. Oaxaca es el segundo estado más
pobre del país, sólo detrás de Chiapas y poco adelante de
Guerrero. Vecinos a sur y norte, con los que compartimos además de
este rasgo, el hecho de ser los estados con mayor población indígena
de México.
Cuando decimos que los pueblos indios
han sido marginados y perseguidos por cuando menos 500 años no se
exagera en lo más mínimo. Basta ver los datos que nos muestran como
los municipios más pobres del país, y donde se observan tasas de
pobreza similares a las del África Meridional, son precisamente
municipios con mayoría de población indígena, asentados en zonas
rurales. De los diez municipios más miserables de México, tres se
encuentran en Oaxaca, y seis en el conjunto de los tres estados que
antes hemos mencionado.
El como por consecuencia afecta esta
realidad a la gobernabilidad de las ciudades más importantes de este
conjunto de entidades es casi una obviedad. Ante tal caldo de cultivo
caracterizado por la pobreza y marginación de algunos, y el
enriquecimiento e impunidad de otros, no debe extrañar que se
generen una tras otra manifestaciones desesperadas por parte de una
gran parte de la población del estado. Y que estas manifestaciones
se reflejen en sus ciudades capitales como el caso de la nuestra, es
una consecuencia lógica,
Como contraparte un pequeño pero
activo grupo de intereses particulares muchas veces disfrazado de
colectivos, irrumpe en la escena para sacar ventaja de este estado de
desesperación y marginación de la población. En resumen, un
combinación terrible que parece no tener solución. ¿O a acaso la
tiene?
La experiencia de otros lugares nos
indica que la gobernabilidad de la ciudades debe y sólo llegará si
se hace una transformación social guiada de abajo hacia arriba, para
que podamos llegar al estado de bienestar que todos --o casi todos--
deseamos para la población en general. En resumen, es necesario
empezar a dar solución de fondo a los problemas de fondo que los 570
municipios del estado enfrentan, iniciando por el más extendido, la
pobreza y la falta de oportunidades.
Para que esto funcione el estado debe
hacer su parte; una estrategia inmediata debiera ser el inicio de un
gran plan de construcción de las infraestructuras que permitirían
la entrada de incluso las pequeñas comunidades al ritmo de la
economía contemporánea. Ninguna sociedad en el mundo a disminuido
su nivel de pobreza sin la llegada de estas componentes
indispensables para el desarrollo actual. Una entidad donde no hay
cobertura de red móvil en un 85 % del territorio tiene pocas
posibilidades de surcar el desafío. Los caminos deben llegar a las
comunidades incluso las mas remotas y los aeropuertos deben aparecer
como manchas en un blanco mantel. Finalmente, un gran plan de
infraestructura generaría su vez los cientos de miles de empleos que
se necesitan para generar una transición laboral, que finalmente
genere una economía más estable
En cuanto a la ciudad de Oaxaca esta
tendrá que hacer su tarea pendiente también, se debe reducir la
brecha que separa las colonias y municipios marginados de aquellos
que cuentan con todo y donde la administración invierte sobre lo ya
invertido, como es el caso del centro histórico y algunas otras
afortunadas colonias. La infraestructura y servicios deben llegar a
los barrios marginales de la ciudad que son sin duda alguna el grueso
del total de la población de la urbe.
Debemos superar los atavismos
burocráticos que evitan hacer de estos lugares sujetos de pleno
derecho y así introducir los elementos que desesperadamente buscan
para su subsistencia y que van desde lo más básico como el acceso
al agua potable y la iluminación de su calle, hasta la llegada de
escuelas y otros servicios que reduzcan el costo en movilidad de las
familias. Otra de las grandes lacras que la sociedad Oaxaqueña
arrastrara. Si logramos esto, quizás entonces la ciudad sea más
gobernable y poco a poco se supere el encono social y la manipulación
que hoy día destroza nuestra convivencia.
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