Tecnología y ciudad I

Actualicemos la urbe
El imparcial 17 de Octubre del 2012


Colector del Río Atoyac

A partir de una serie de encuentros, que si bien realizados de manera aislada, entre diversos actores interesados por el futuro de la ciudad. Ha salido a relucir un hecho que por repetitivo empieza parecer preocupante en el futuro de nuestra urbe: La necesaria actualización de las soluciones y técnicas que se aplican para resolver los problemas que afronta y afrontará el conglomerado que habitamos todos juntos.

Y es que no deja de sorprendernos algunas tendencias que pese a encontrarse ya desterradas del contexto de muchos lugares, en nuestra ciudad encuentran un nuevo verdor.

Los ejemplos son muy variados y van desde lo más fundamental hasta lo más profundo del sistema de las administraciones públicas. Por ejemplo: continuamente nos sorprende al darnos cuenta que cuando se hace alguna intervención en el sistema de aguas de manera cotidiana. Como a la hora de sustituir un simple tubo, o introducir uno nuevo, se continúan usando materiales como el concreto, ferrocemento o pvc.

Estos materiales, con más de medio siglo de antigüedad, y que en ovaciones han mostrado incluso ser peligrosos para la salud humana, --como es el caso del pvc o algunos tubos de cemento que contienen asbesto--. Hace mucho tiempo que han sido sustituidos en otros países y regiones por componentes más actualizadas y con mejores características.

Es el caso como ejemplo de los plásticos de alta densidad, que entre otras ventajas, no generan corrosión, no liberan partículas a los líquidos, impiden la creación de bacterias y al ser flexibles, soportan condiciones de terreno complicadas. Estos materiales, que lejos de ser innovadores, forman parte de la vida de muchas ciudades, garantizan también el servicio a largo plazo de los recursos públicos.

Resulta odioso descubrir como en el caso de los colectores de aguas negras que acompañan al sistema de ríos urbanos con que cuenta la ciudad. Estos no funcionan debido a que el uso de piezas de concreto hace extremadamente frágil esta infraestructura. Al caer una pieza el resto de desprende ante la perdida de sustento. Como resultado: cientos de miles de miles de litros de aguas negras son vertidos en los ríos de los Valles Centrales cada día.

Esto se podría evitar en parte usando materiales y estrategias adaptadas a las condiciones actuales de vida. Y que sobretodo, hagan uso del inmenso avance tecnológico que el mundo ha experimentado en las últimas décadas.

Este es sólo un caso que por citarlo, podemos descubrir como estamos todos dentro de las consecuencias de estas acciones. Pero similares circunstancias encontramos a la ahora de enfrentar muchos de los retos de la ciudad. Agua potable, movilidad, transporte público, equipamiento, y muchas otras infraestructuras. Que se intentan resolver con soluciones que por anticuadas generan desasosiego.

Si miramos otras urbes de nuestro propio arco continental, por ejemplo Bogotá, descubriremos que en un proceso de menos de diéz años, esta ciudad, aplicó una serie de soluciones innovadoras que la lanzaron a la vanguardia latinoamericana. Un sistema de ascensores tirado por cables, al que denominan metrocable, RTB –metrobus, allá transmilénio--, bibliotecas públicas en cada colonia marginada y así sucesivamente, han echo de este lugar uno más habitable.

Si realmente queremos dar un giro a nuestra ciudad y nuestra calidad de vida, debemos aprender a intentar cosas nuevas. A dejar de repetir una y otra vez los errores de otros lados, por que resulta cómodo y poco riesgoso. Estudiar soluciones, adaptar propuestas, y sobre todo generar las nuestras propias.

No perdamos de vistas que las ciudades que hoy día han logrado ponerse por delante del resto, han sido aquellas don de la palabra creatividad se ha impuesto. Donde la solución convencional no ha bastado para convencer a una sociedad crítica que pide más. Algo más que aquello que está a acostumbrado a ver y que sabe; falla demasiado.

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