Anarquismo y ciudad I
El imparcial 20 de noviembre de 2014
La ciudad prácticamente desde sus
inicios y quizás esto se aparte de lo que le da origen a sido ceno
de diálogos sociales, las congregaciones humanas terminan siendo
casi siempre espacios de discusión, análisis, conflicto,
resolución. Por lo que resulta normal que se construyan distintas
líneas de pensamiento que suelen coexistir, aveces de manera muy
estrecha en el complejo organismo que resulta ser la urbe.
Desde las ciudades griegas con sus
distintas líneas de pensamiento filosófico que han trascendido
hasta la actualidad, pasando por sin número de movimientos sociales
por los siglos, la ciudad es y debe ser el lugar donde el debate se
abre y se resuelve.
Si bien la ciudad es un invento
antiguo, hoy sabemos que las primeras urbanizaciones pueden tener
entre 10 mil o quizás hasta 20 mil años de antigüedad. La ciudad
moderna que hoy podemos relacionar con nuestro modo de vida esta
vinculada al proceso de industrialización del planeta del siglo XIX,
que si bien había venido sucediendo tímidamente en el XVIII por
Europa, se desataría hasta la creación de maquinarias más
complejas en el XIX:
Es decir las urbes modernas y la
industria aparecieron casi a la par en la faz de la tierra, y con
ellas, miles o millones de personas que abandonaron el modo de vida
rural que habían practicado sus antepasados por generaciones por uno
urbano.
En ese momento se gestaría el ascenso
de un nuevo orden social que rápidamente se sobrepondría a la
aristocracia dominante; la burguesía compuesta por industriales y
comerciantes ascendería. Pero para su ascenso era necesario una
nueva forma de organización que les permitiera manejar la masa de
personas que no formaba parte de este nuevo grupo o de la
aristocracia que les precedió; el proletariado.
Esta nueva estirpe de seres humanos era
la mano de obra que hacía funcionar el sistema industrial, sin
embargo sus condiciones de vida por largo tiempo fueron muy adversas,
lo que produjo una inconformidad que se extendió rápidamente por
las calles de las comprimidas y hacinadas urbes.
Muchas fueron las líneas de
pensamiento que sumaban al proletario en un escenario de mas
equilibrado en las ciudades, pero serían dos las que emergerían e
incluso se enfrentarían a lo largo de la la historia. Por un lado,
el pensamiento comunista y por otro el anarquista darían paso a
nuevas formas de organización social que se extendería por muchos
años hasta llegar a nuestro tiempo.
Ambas estructuras de pensamiento son
sobretodo urbanas, son el resultado del conflicto entre clases y
fuerzas productivas que se centraban en las ciudades que aprendían a
ser modernas.
Los escritos de Marx y Engels, así
como su manifiesto del partido comunista surgirán desde el análisis
que hacían estos dos burgueses de la condición que padecía la
clase proletaria. Pero otra alternativa se gestaba una que nacía del
una corriente de pensadores que recuperaba desde hace muchos siglos
el cuestionamiento sobre la pertinencia del estado y la propiedad
privada; resulta casi obvio que en un momento como el que se vivía
al inicio de la era industrial este movimiento tomara sentido.
A diferencia del comunismo, el
anarquismo nunca tuvo un”biblia”, su estructura misma se basaba
en un principio, la libertad de pensamiento dentro de una serie de
valores que representaban la igualdad y el bienestar común. Esta
visión fraguó bien entre los movimientos obreros que se revelaban
ante la explotación generalizada que se vivía en las ciudades de
finales del siglo XIX, e inicios del XX en ambos lados del atlántico.
El pensamiento anarquista se basa
contrario a lo que se pretende denostar en nuestros tiempos, en un
muy elevado nivel de conciencia y sobre el bien común, así como
respeto del bien público. Aunque rechaza la construcción de un
estado centralizado –cosa que lo separa evidentemente del
comunismo--, significa también una necesaria integración con la
sociedad.
El anarquismo ha estado presente aveces
sin darnos cuenta a lo largo de la vida de nuestras ciudades, no
debemos dejarnos confundir por actos que ocultan el verdadero
significado en su papel en la vida urbana de nuestra sociedad. La
ciudad y el movimiento anarquista conviven simbióticamente desde el
origen de la ciudad moderna, y resulta importante revisar esta
relación.
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