El problema de los residuos


La solución inicia en casa
El imparcial 13 de noviembre del 2012

De entre los grandes retos que enfrentan las ciudades en la actualidad, y que son muchos, hay una lista más corta que son aquellas problemáticas a las que urge dar respuesta, debido a las implicaciones sociales que acarrean.

Agua potable, movilidad, y desechos, son algunos de estos problemas cotidianos que se colocan arriba de la lista de los urgentes. Y si estas necesidades se han vuelto tan trascendentes en nuestro día a día, tiene que ver con muchos aspectos, que implican tanto a administraciones públicas como a la sociedad en sus distintas facetas.

En este último aspecto una de las faltas que hemos cometido, en las tres problemáticas antes señaladas, es pretender que las soluciones vienen exclusivamente por parte del estado. Y que es problema suyo resolver los enormes retos que significa el mantener a la ciudad funcionando, limpia, sana y encima bella.

Hasta cierto punto, hay momentos en que la sociedad se dirige a la ciudad a lo machista, que nada le hace bien. Venimos a ella como quien espera que las mujeres de la casa lo atiendan, pensamiento poco equitativo y que nada aporta a la construcción de una sociedad mejor y más equitativa.

En la ciudad, para enfrentar sus inmensos problemas no será, y no ha sido suficiente la intervención del estado en cualquiera de sus múltiples facetas. Es necesario dirigir las fuerzas en el sentido de la participación ciudadana en todas sus distintas facetas para hacer caso al fenómeno urbano en que nos hemos inmerso hoy día.

Un aspecto a trabajar es el caso de los residuos que la ciudad produce. En distintas épocas este problema ha sido un dolor de cabeza constante para las administraciones públicas. Porque desde que decidimos vivir en comunidad, ha sido evidente que producimos una serie de desechos que si alguna vez fueron aprovechados y reciclados en casa. La llegada de la era industrial y sus productos no biodegradables, convirtió a una buena parte de la sociedad en acumuladores compulsivos.

Así hemos pasado del manejo en casa de los desechos, a quemarlos, al camión de la basura, al relleno sanitario, al centro de acopio, al reciclado. Pero con la constante que lo que hemos concluido hacer es poner en una bolsa el resultado de nuestra vida cotidiana, amarrarla y esperar que alguien más se responsabilice de su destino final. Esto no debe seguir sucediendo de esta manera.

Hay que comprender que acumular PET en un costal no lo elimina, aunque termine si bien va, en un centro de reciclaje, máxime en un país donde el PET que se recicla no llega al 10% del utilizado. Es decir basta de lavar consciencia y hagamos cosas que en verdad impacten nuestro entorno, una solución; tan simple como no usar PET y dejar de pasar la bolita al de enfrente.

Misma situación podemos encontrar con otros aspectos de la vida cotidiana, hacer composta y eliminar nuestros desechos vegetales, para que no se mezclen con otros residuos es una actividad verdaderamente sencilla. Basta un contenedor oscuro para que nuestros desechos vegetales se fermenten y que nuestra basura se convierta en un muy eficiente fertilizante que podemos ocupar.

Igual caso sucede con otros residuos, como el cartón y papel o el vidrio un excelente material de reciclado, si se separa y utiliza adecuadamente. En el internet y con el trabajo de distintos grupos, es posible encontrar mucha información sobre como deberíamos estar manejando nuestros residuos para que estos lleguen en la menor cantidad posible al centro de manejo de residuos sólidos de la ciudad.

En los tiempos que corren, si bien es cierto que el estado ha fracasado en muchos aspectos fundamentales a la hora de proveer bienes a la sociedad –el caso de la falta de vivienda accesible, que termina produciendo crecimiento expansivo de las urbes es el más evidente--, también es verdad, que los ciudadanos de a pie nos hemos hecho adictos a un paternalismo injustificado.

Al menos en el caso de la basura, deberíamos de empezar a mirar algo más que nuestra propia sombra, intentar ser participativos en la medida de lo posible. Y recordar que cada desecho que sale de la puerta de nuestra casa, tiene una gran posibilidad de terminar enterrado en un pedazo de suelo, donde pudo haber sido bienvenido un árbol, una flor o un jardín.

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