Una última por la ciudad
Fin de
ciclo
El imparcial 15 de julio de 2015
Casa de la Ciudad sistema fotovoltaíco 2015 |
Cuando
inicié mis estudios de doctorado en urbanismo fuera de México,
tenía claro que me interesaba analizar no la gran ciudad como se
había hecho hasta ese momento en este tipo de estudios, tampoco la
ciudades del primer mundo, tantas veces definidas. Si no, algunas de
esas pequeñas y medianas ciudades que parecerían emerger por todo
el país, que estaban absorbiendo el crecimiento demográfico
nacional, y de las cuales sabíamos de muy poco a nada.
Así
inició mi relación con la ciudad de Oaxaca, pese a ser originario
del centro del país, entonces vinieron los eventos del 2006, esa
masa de debates y choques que terminó siendo un rompe picos en la
historia moderna de la ciudad. Nada fue igual al antes y después del
2006, toda vía hoy se recuerdan esos hechos con una mezcla de
orgullo y pena por lo sucedido, sin embargo, dejaba ver que Oaxaca no
era una ciudad fácil, ni su sociedad sencilla de entender.
La
ciudad que a mi me interesaba definir era esa, multicultural,
diversa, con todas sus complicaciones y enfrentamientos, peros sobre
todo con su capacidad de reconstruirse así misma. De reinventarse a
partir de la imperiosa necesidad de persistir, comprender como su
gente se funde al territorio y termina por armar una nueva estructura
social y urbana, que apuesta a mejorar cada día el nivel de vida de
sus habitantes.
Es
difícil que cualquier investigador urbano, antropólogo o social,
etc. no quede prendado de la diversidad y lo sutiles de los fenómenos
sociales de la ciudad de Oaxaca, muchos somos los que hemos venido a
tratar de explicará, muchos vendrán después.
La
ciudad de Oaxaca es una ciudad también dura, llena de desigualdades
y con muchos pendientes en materia de servicios básicos y
equipamientos que su población demanda. La pobreza se ha expandido
en todas direcciones, con ella otros fenómenos desagradables como la
violencia, o el trabajo infantil que afecta diariamente a miles de
niños de la capital. Un hecho este último que desde mi perspectiva
es de los más injustos que como sociedad podamos permitir.
Pero
entonces llegó la oportunidad, para el 2011 la Casa de la Ciudad
necesitaba una nueva dirección debido a la apertura del Centro
Cultural San Pablo por parte de FAHHO –Fundación Alfredo Harp Helú
Oaxaca--. No se como aún, pero de alguna manera pensaron en mi
estando aún fuera de México, y así, luego de un curioso proceso de
diálogos a distancia aterricé en Oaxaca.
Desde
entonces y hasta la semana pasada, junto con un equipo increíble de
profesionales jóvenes, pero con hambre de aprender que se conjuntó
a lo largo de estos años, nos entregamos a intentar mejora la urbe.
No fue
fácil, por algún tiempo La Casa de la Ciudad operó con tres
personas, con limitado equipo y sin conocer prácticamente a nadie en
la ciudad. Sin embargo, teníamos las ideas y muchas veces nada es
tan poderoso como una idea bien fundamentada.
A lo
largo de más de cuatro años, La Casa de la Ciudad a intentado ser
un vínculo entre la población y su ciudad, entre el pasado y el
futuro de la urbe, que queremos sea brillante.
Las
iniciativas que de aquí han salido tienen como único fin mejorar la
calidad de vida de su población; desde la realización de
actividades dirigidas a concientizar. Hasta la planeación y
ejecución de proyectos: mejores calles, medios de transportes,
ciclovías seguras, barrios bien equipados, áreas para el desarrollo
infantil, y hasta una escuela, todo lo que ayudara a hacer emerger
nuestra sociedad.
Pero hoy
el ciclo se ha cerrado –otros se abren--, y con el, la razón de
escribir esta columna, viva por casi el mismo tiempo que tuve el
placer de dirigir la Casa de la Ciudad. Gracias por eso al Imparcial
y la familia Pichardo.
No queda
más que agradecer a todos lo que nos apoyaron en estos años,
dándonos un voto de confianza y pensar que no los hemos
decepcionado. Sería imposible mencionar a tanta gente que se unió a
nuestro intento por hacer una mejor ciudad, quiero pensar que en un
cierto plano lo logramos, que el debate por la urbe ha cambiado su
sentido y que el futuro será más esperanzador, el propio futuro lo
dirá.
Agradecer
también a la familia Harp-Grañén por la oportunidad, su soporte a
la institución y amor a la ciudad, aunque mi agradecimiento más
sentido es para la FAHHO, mis compañeros de ahí y de la Casa de la
Ciudad. Quienes sustentaron este esfuerzo desde sus trincheras,
siempre con tanto compromiso, trabajo y amor por la ciudad. En
especial a Gabriela nuestra directora, por su afecto y apoyo a
nuestros sueños compartidos, gracias.
Y
finalmente: NO AL CENTRO DE CONVENCIONES EN EL CERRO DEL FORTÍN.
@tavomad
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