Desarrollismo y ciudad II
El caso
del Distrito Federal
El imparcial 21 de marzo del 2012
En el en
al año de 1994 la ciudad de México contaba con una población de un
poco más de 19 millones de personas. Pese a datos inflados y
previsiones ininteligibles, que solían entregar datos exagerados
aportando a la leyenda negra de la ciudad, lo cierto es que la
población de la metrópoli había entrado en un proceso de
estabilización. Muchos son los aspectos que intervinieron para que
este fenómeno se consolidara, programas gubernamentales de
planificación familiar, condiciones de la economía global, cambios
en la percepción de la familia media, etc.
En aquel
entonces el número de vehículos motorizados en la urbe era cercano
al millón y medio, es decir entre un siete y un ocho por ciento de
la población tenía coche particular. Sin embargo, ya para enjtonces
se percibía una tendencia al incremento de este volumen. En la
actualidad el número de automóviles alcanza más menos los 3
millones 200 mil autos, pero la sorpresa es que la población apenas
ha variado y que desde el año 2000 la radicada en el Distrito
Federal –La ciudad de México la componen además algunos
municipios del Estado de México e Hidalgo--, ha disminuido.
Este sin
sentido ha llevado a la ciudad al borde de su parálisis y ha mandado
su capacidad de operación décadas hacia el pasado. El porqué de
este desbalance tiene varias explicaciones y se puede ordenar en dos
grupos. El primero tiene que ver agentes indirectos, por ejemplo la
baja en los costos del dinero prestado que hacen que se relativamente
fácil acceder al esquemas de financiamiento para compra de vehículos
–en parte esta facilidad es responsable de la actual crisis
económica--, la importación de autos chocolates que implicó la
entrada al país de casi 10 millones de vehículos, y podemos incluir
en este rubro también la aplicación del programa hoy no circula, un
desgraciada idea que dio el pretexto ideal a las familias para
hacerse de un segundo vehículo, que una vez comprado no permanece en
el garaje el resto de la semana.
El
segundo grupo corresponde a los entes indirectos y tiene que ver
mucho con el tema de las infraestructuras, tras un crecimiento
sostenido en la construcción de red de transporte metropolitano,
este se detuvo a lo largo del mandato de los dos primeros gobiernos
perredistas. Ni Cárdenas, ni López Obrador, se involucraron en la
consolidación y mejora del sistema. Por el contrario, su apuesta fue
en sentido totalmente opuesto y significó la entrada en una era de
proyectos en favor del vehículo particular que no se veía desde los
tiempos de Hank González.
Pese a
la existencia de reportes técnicos y la recopilación de información
proveniente de muchas ciudades del planeta, --algunas muy cercanas a
nosotros, como el caso de las urbes norteamericanas, que denotaban el
claro fracaso del intento de resolver el problema del
congestionamiento vial con más vitalidades-- la administración
Obradorista en particular, se dio a la tarea de iniciar la
construcción de un sistema de vías elevadas conocido como los
segundos pisos, que intentaba traer soluciones a largo plazo. Nada
más lejos de la realidad, pronto descubrimos que como dictaba la
práctica en otras latitudes, estas vías se colapsaban rápidamente
y en algunos casos inmediatamente al descubrir que desenvocaban en
las mismas estrechas calles de siempre.
Tuvo que
venir el apoyo del gobierno federal para enmendar la plana, primero
con el primer tren suburbano de la ciudad –que por cierto anuncia
su ampliación y mejora-- y luego con el financiamiento de la línea
12 del metro, para reconducir la urbe en el sentido lógico que debió
seguir de inicio. La administración de Marcelo Ebrard también
aplico tímidamente otras formulas en dirección de la movilidad
colectiva. Aunque desde mi parecer con proyectos no siempre bien
desarrollados, que pretendían repetir una y otra vez formas cual
receta de cocina, sin contar con las particularidades de cada lugar y
recorrido. Sirva de ejemplo la línea 3 de metro bus, o la próxima a
inaugurar línea 4, que vino a sustituir el proyecto inicial, un
tranvía cero emisiones de cama baja que ni ruido produce.
Sin
embargo, para ese momento el costo del “desarrollismo” ya era
demasiado alto, y quizás el precio más elevado lo pago el trazo del
ferrocarril de Cuernavaca. Un eje ferroviario que unía esta ciudad
con el norte de la de México surcando su lado poniente. Al tiempo
que se construían los segundo pisos de periférico, a unos pocos
metros de distancia se sepultaba este trazado histórico, bajo una
ciclovía de pésima calidad técnica, que tuvo que ser reconstruida
debido a lo imposible de su trazado. Así perdimos un eje troncal que
pudo resolver muchos de los problemas de movilidad de ese conflictivo
sector de la ciudad.
Hoy día
cuando circulamos por avenida periférico sur, constatamos la llegada
de la “Super Vía” Poniente, obra “magna” que da continuidad
un modelo de ciudad pro auto. No deja de ser un tanto ridículo
observar como se clavan pilares en los carriles bajos de periférico
para ganar carriles en lo alto. Resulta esquizofrénica esta visión
de la realidad, donde al final se sigue mandando el mismo mensaje: Si
quieres ser parte de la urbe, compra una auto, para ellos gobierno
yo.
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