La ciudad es economía I


Central camionera de segunda clase
El Imparcial 23 de mayo del 2012


















Supongamos por un momento que aceptamos la idea de que en la realidad actual la medida de las ciudades esta marcada por la capacidad de estas para movilizar personas, información y productos . Y que reconocemos que hasta el noventa por ciento de los viajes que se realizan en la ciudad se hacen en alguna forma de transporte público.

Ahora reconozcamos que entre todas las cualidades de la ciudad hay un echo que ha acompañado a las urbes desde sus más remotos orígenes; la ciudad es un espacio colectivo donde se desarrollan gran cantidad de actividades, pero sin duda la más relevante de estas es la comercial. Las ciudades surgen como centros donde se podía comerciar bajo el amparo de una organización comunal que diera certeza a tratos de intercambios, y así surge el estado.

Por desgracia en los últimos tiempos esta conjunción de elementos ha ido desapareciendo de ciertos puntos extremadamente relevantes para la vida de quienes habitamos esta ciudad. La central de abastos y su entorno se han transformado en un lugar que se aparta cada vez más de las necesidades que requiere una economía para funcionar correctamente. Pese a ser este el centro de gravedad de la economía local, poco o nada se ha hecho por mejorar las condiciones de este espacio, tan cercano a la parte histórica de la urbe y de vital importancia para la misma.

Por lo tanto, hoy toca intentar atraer la atención a un elemento fundamental en la estructura territorial de la ciudad y que sin embargo, padece el peor de los estados y abandonos por parte de todos los niveles de gobierno. Entes que no han logrado entender la relevancia de este lugar como elemento estructurador del territorio y motor de una economía, que sin duda alguna depende fundamentalmente de su sistema terciario para sobrevivir. Por cierto, el lugar al que nos referimos es la central de segunda clase.

Nunca he estado de acuerdo con las denominaciones que denostan el valor de las infraestructuras, hablar que existe un centro logístico, como es eta terminal al que denominamos “ de segunda clases” no demuestra la realidad de lo que allí sucede. Esta terminal es en buena parte la encargada de darle conectividad y recorrido a una parte importante del territorio de los valles centrales, y a una gran parte del estado en su conjunto. Dentro de ellas y/o en sus inmediaciones se inician un buen número de recorridos que permiten que las personas, y la economía que ellas mueven, se distribuya sobre el territorio del estado.

Pero hoy día, cuando se recorre la avenida Juárez Masa que separa el conjunto de la Central de Abastos de la terminal en cuestión, notaremos --o mas bien dejaremos de notar-. Que el perfil de acceso de la terminal de segunda clase esta desaparecido. En vez de su amplio frente ajardinado, --que aunque en muy mal estado se preserva--, se han ubicado sobre la banqueta, impidiendo el paso de personas, un conjunto de locales metálicos que dificultan la visión, y el acceso por los tres accesos con que este edificio de corte funcionalista cuenta.

Resulta de lo más curioso ver muchos de estos locales cerrados a o a medio uso, e incluso una franquicia de helados, ubicada en el lugar. En total una veintena de estos establecimientos cierran casi por completo la fachada principal de la terminal, dándole a la misma una apariencia de abandono, desorden y desolación difícil de imaginar.

Quienes manejan la ciudad no se han percatado del terrible impacto que esta condición acarrea a la ciudad en todos sus niveles. No sólo están los factores de seguridad vial que impiden al peatón poder caminar por delante de la terminal, o los de inseguridad general que hacen que esa parte de la urbe sea de las mas peligrosas de la misma, debido a la falta de iluminación o la creación de callejones indeseables que la gente evita. Tampoco el echo de que pese a un diseño racional y funcional la propia terminal esta en un estado físico lamentable.

No, el impacto se extiende sobre uno de los activos más redituables con los que cuenta la ciudad, el turismo. En la pasada semana santa se reportaba que la ciudad había tenido un 60% de ocupación hotelera. Un marca muy baja si se considera que es la mejor semana de todas para esta actividad. Al mismo tiempo, la estancia promedio de los visitantes esta por debajo de 1.5 días lo que golpea aún mas a la ciudad y su economía. El por que de estos hechos lo podemos encontrar en parte precisamente en los nodos de conectividad con que contamos y en particular en este que ahora tratamos.

Como pedirle al visitante que viste, Teotitlán, Tlacolula, Etla u Ocotlán, y que extienda su estancia un día más, si no existe una forma segura de que se aproxime a la terminal e inicie su recorrido. Cual es la visón que tienen la personas de nosotros cuando admiran desde avenida periférico ese terrible conjunto, quién se quedaría un día más en la ciudad. Urge reparar estas perspectivas, pero sobre todo urge conectar la economía.

Comentarios

Mayra Angélica Cernas ha dicho que…
Me gustaría seguirte, pero no existe ese enlace. Me pareció muy interesante el articulo, gracias.

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