Diversidad en la urbe
Las personas no son todas las mismas
El Imparcial 16 de octubre del 2013
Ciudades como la de Oaxaca se han
convertido de a poco en lugares densamente poblados por cientos de
miles de personas que han nacido o adoptado este lugar como su lugar
par vivir. Sin embargo, en este proceso se han construido
definiciones generalistas y globales que suelen encerrar a quienes
habitan la ciudad en un concepto abstracto que los limita a un
número, a una población.
Sin embargo, el echo es que la ciudad
esta habitada por individuos complejos y con necesidades diversas. De
grupos de edades que requieren atenciones particulares o de hombre y
mujeres que presentan alguna incapacidad. Obviar este hecho y suponer
que la ciudad pude y debe ser la misma para todos puede ser una
enorme equivocación a la hora de planificar la ciudad, con graves
consecuencias.
De entre las cosas por las que no
deberíamos sentirnos orgullosos esta el hecho de que somos según
muchos indicadores el país más desigual del mundo. Esto quiere
decir, que mientras hay un grupo de la sociedad que mantiene un
elevado nivel de vida hay muchos que tienen muy poco. En México
existen casi 60 millones de personas que viven en o por debajo la
línea de pobreza.
Este mismo patrón se repite en el
interior de las urbes en la actualidad, nuestras ciudades son enormes
espejos que refleja la desigualdad de nuestra realidad en todos los
aspectos que podamos imaginar.
De los 600 mil habitantes que habitan
la ciudad de Oaxaca 300 mil o más están situación de pobreza, de
entre estos cerca de 100 mil son niños están en esta en este grupo,
lo que finalmente significa la vulnerabilidad de los más débiles,
desde una temprana etapa de su vida.
Por otro lado pese que aun somos una
población relativamente joven, en el espectro general, lo cierto es
que poco a poco nuestra sociedad envejece. Si hoy en día la mayor
parte de nuestra población esta en la franja de los 50 a 14 años,
en un periodo de 20 años este fenómeno se ira invirtiendo hasta que
la población adulta de ocupe un 20 % del total, para el año 2050 se
calcula que hasta la cuarta parte de la sociedad mexicana tendrá más
de 60 años.
Una de las cosas que tenemos que
entender de todos estos aspectos del comportamiento social y
demográfico de la población de la ciudad es que resulta importante
a nivel de planeación de la ciudad futura. Hay que entender que
estos patrones nos deberían ayudar a definir cuales la ruta que
debería seguir la ciudad en las próximas décadas.
En la actualidad es necesario dar
atención y servicios a una elevada población infantil, de la que
muchos de sus integrantes están en situación de pobreza, por lo que
debería ser una prioridad desarrollar estrategias que ataquen las
necesidades de este grupo de la sociedad, dicho sea de paso siempre
el más necesitado. En otro sentido, es necesario iniciar la
construcción de la infraestructura que una ciudad habitada por una
buena cantidad de ancianos en un futuro no muy distante.
Pese a lo dispar que pueda resultar la
comparación de estos dos sectores de la población de nuestras
ciudades, lo cierto es que sus necesidades son más compatibles de lo
que podríamos llegar a pensar. Ambos presentan movilidad compleja y
limitada, demandan actividades especiales para su buena salud, y
requieren de un entorno accesible y seguro para poder ejercer su
derecho a la ciudad de manera equitativa.
Concebir la urbe desde la mirada de
niños y ancianos es además una forma de pensarla para todos los
demás. Si una banqueta es propia para ellos lo será para el resto,
si el acceder a un autobús de forma fácil y segura es simple para
ellos lo será para todos los demás, si existe un área verde
adecuada para el buen desarrollo físico y social de estas personas
lo será para el resto.
Entender la ciudad de esta manera, nos
permite garantizar su salud en el tiempo y la inserción de todos los
matices sociales que la urbe presenta en su funcionamiento. Hay que
preguntarnos que pasará cuando el numero de personas que trabajan
descienda debido al crecimiento de la población adulta, quien
realizara todas aquellas actividades que hoy hace una población
joven, caracterizada por un enorme bono demográfico.
La ciudad es un espejo de lo que la
sociedad ha construido en la ultimas décadas cuando el campo
sucumbió y el libre mercado tomo el mando. De nosotros depende
hacerla apta o no para todos las personas, si consideramos a los más
débiles y necesitados a la hora de pensar el espacio urbano,
tendremos garantizado una urbe al servicio de todos los demás.
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