Oaxaca ciudad patrimonio II
El estado del arte 27 años después
El Imparcial 13 de noviembre del 2013
Mucho ha cambiado el mundo y sobre todo
nuestra parte del mundo en el último cuarto de siglo. Para muchos
estos cambios son tan profundos y radicales como aquellos que trajo
la invención de la imprenta o la llegada del hombre a la Luna dos
hechos que marcan sin duda un antes y después en la era moderna de
la humanidad.
Personalmente me incluyo entre quienes
defienden esta tesis. Hace 25 o 30 años, pocos hubiéramos imaginado
que arribaríamos una era donde el mundo se comunica sin parar en
tiempo real. Donde literalmente miles de millones de personas cuentan
con dispositivos móviles que nos permiten estar en contacto e
informados en sobre cualquier cosa en cualquier momento.
Muchos de los que leerán esta columna
lo harán en algún dispositivo electrónico que usa una tecnología
que poco antes de este perdido de tiempo ni siquiera existía. Pero
sin embargo ya está aquí, y forma parte de la vida de casi cada
persona en el planeta incluso aquellas que mantienen un modo de vida
alejado la ciudad y el desarrollo tecnológico en algún momento de
su vida tendrán un roce con la tecnología de la información
contemporánea.
Respecto a nuestra ciudad, seguramente
hay muchos cambios que quienes aquellos que hayan vivido lo
suficiente podrán ser muy evidentes, otros más discretos pero qué
sin duda son igualmente relevantes.
Por ejemplo, para 1990 tres años
después de la declaratoria como ciudad patrimonio la población de
lo que hoy es la zona metropolitana de Oaxaca se calculaba en 350 mil
habitantes, hoy día esta rosa los 600 mil, un incremento del poco
más del 80%. En cuanto el municipio central, el de Oaxaca de Juárez
para esa misma década contaba con 213 mil pobladores, en la
actualidad la cifra ha aumentado en 50 mil hasta llegar a 263 mil
almas habitándolo.
Estos cambios demográficos no son
simples cifras que lógicamente han afectado la estadística de la
ciudad. El crecimiento de la población en la mancha urbana de la
ciudad ha generado un gran número de demandas, que se ha traducido
en un igual número de conflictos. Suministrar servicios básicos a
una población urbana que casi se duplicó en un cuarto de siglo es
una verdadera pesadilla.
Otro aspecto de la vida de la ciudad se
vio igualmente transformado, el de la movilidad. A medida que la
población se incrementaba la ciudad se expandía, y hay que decirlo,
muchas veces de la peor manera posible. Sobre todo cuando lo hacía
en un territorio tan limitado en cuanto recursos fundamentales como
lo es este. Esta dispersión urbana trajo consigo la llegada de un
gran número de medios de transporte que hoy atiborran las calles de
la ciudad.
Los datos históricos al respecto son
limitados, pero para crear una imagen general, basta decir que según
el INEGI si para el año 2000 es decir trece años después de la
declaratoria en todo el estado había cerca de 184 mil vehículos,
para el año 2010 este numero se incremento hasta los 383 mil. Es
decir 200 mil nuevos vehículos en una década, de los cuales
actualmente cerca de 147 mil circulan por las calles de la zona
metropolitana de Oaxaca, 100 mil de estos son autos particulares.
Es complicado asegurar cuantos
vehículos motorizados circulaban por la ciudad en 1987 pero sin duda
alguna el número sería increíblemente menor a lo que sucede en la
actualidad.
De nuevo las consecuencias del aumento
en el número de automotores en la ciudad no son simples datos que se
quedan en los archivadores del censo o las oficinas de vialidad. Esto
significa que el volumen de emisiones a la atmósfera, la
contaminación acústica y la congestión especial se han igualmente
incrementado de forma espectacular, agobiando a la ciudad y sus
habitantes.
Como todo esto tiene que ver con la
cuestión patrimonial es bastante directo. En una ciudad con la alta
concentración de bienes y servicios en un sólo punto y abocada
económicamente justo a esos sectores, como la nuestra, todo termina
gravitando en el centro.
En la actualidad el nivel de deterioro
ambiental y físico del centro histórico de la ciudad esta en una
escala sin precedentes. Nunca tantos autos le circularon, personas le
caminaron y jamás fue sometido al estrés de la lluvia acida como
ahora.
El centro histórico patrimonio de la
humanidad se agrieta como resultado de su uso intensivo, de un modelo
de ciudad poco sustentable y de la falta de consciencia del caso.
Esto ha sido el resultado de décadas de descuido y falta conciencia
pero nada es para siempre, es quizás ahora el momento de romper este
hilo, es tiempo de cambiar el modelo, es hora de revertir esta
realidad.
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