Trasporte público en la ciudad IV
Inversión en infraestructura
El Imparcial 8 de enero del 2014
Las ciudades necesitan moverse,
esa es una realidad, su población demanda más y más formas de aproximarse a sus destinos, que suelen ser
variados, de forma efectiva y segura. La decisión radica en que modelo de movilidad podemos ofrecer a
quienes en las ciudades habitan.
La discusión se centra en que modelo de
ciudad pretendemos construir y desarrollar, y que consecuencias acarrea este
modelo para el futuro no sólo de las urbes y sus habitantes. Si no del planeta
entero, las consecuencias de lo que hacemos en las ciudad se han trasladado de
manera acelerada, en grandes problemas para el total de la población mundial.
Incluidas aquellas sociedades
que no han entrado de lleno en la dinámica del consumo exacerbado. La demanda de recursos
para hacer funcionar nuestros sistemas urbanos, empuja cada vez más a los países pobres a una situación más y más comprometida, poniendo en
riesgo la sostenibilidad de los mismos.
Por estas causas es que resulta
tan importante abordar la discusión de como queremos movilizar la vida en las ciudades.
Pretender que podemos repetir modelos que han llevado nuestra situación ambiental al extremo puede
resultar en una verdadera trampa de la cual resultará muy complicado escapar una
vez que estamos sumidos en esta dinámica.
En ciudades que aun se
encuentran en la adolescencia de la dinámica urbana como la nuestra, resulta aún más relevante centrarnos en
este debate, de manera seria y oportuna.
Porqué puede ser que nos
encontremos en el momento de escoger el modelo de ciudad que tendremos en las
próximas décadas. Y esto se centra
especialmente en un tema que resulta igualmente fundamental, para prever el
desarrollo de la ciudad y sus cientos de miles de habitantes en sus diversas es
calas.
Se trata de tomar una decisión apropósito de la infraestructura
con que la ciudades como esta y otras de su estilo operarán en el futuro. Y como hemos
mencionado en otros artículos
de esta seria, la elección se
centra en dos modelos, la ciudad del transporte colectivo, o la ciudad pro vehículo particular.
Cada uno de estos modelos nos
demandará un
tipo de infraestructura distinta y particular. Por un lado hablamos de hacer
que las personas se movilicen de manera apropiada sin importar su clase o
capacidad física. Y
por otro nos abocaríamos a
hacer que los vehículos
de motor y sus propietarios se muevan más fácilmente.
Desde un punto de vista
meramente técnico y
basado en cientos de experiencias, la respuesta es muy obvia, deberíamos optar por modelo donde
sean las personas las que viajen rápidamente. Pero lo cierto es que esta discusión se ha escapado de lo técnico y ha subido a lo político y económico.
Hoy en día muchas decisiones no se
toman en función de lo
que es mejor para la ciudad quienes aquí vivimos si no en que es mejor para determinado sector
de la industria. Lo cual es un error de facto, lo cierto es que podemos
encontrar un modelo donde todos salgan beneficiados, al tiempo que construimos
infraestructuras más
humanas y eficientes.
La discusión es entonces apropósito de como dar un giro a
esta ambigua temática,
para dirigimos a un modelo donde las inversiones sean eficientes, las personas
cuentan con sistemas de transporte eficientes y económicos y se genera riqueza a partir
del buen funcionamiento de la ciudad.
Parece mucho pedir pero
cualquiera que haya estado en el inicio de su una nueva era se ha hecho la
mismas preguntas, algunas lo han logrado, otras no, pero ese es el gran reto.
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