El sentido de la calle I

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El Imparcial 11 de septiembre del 2013




Las recorremos cada día, ya sea a pié, bicicleta, silla de ruedas o algún tipo de vehículo automotor. Estamos tan acostumbrados de ella y somos tan dependientes de su existencia que apenas nos percatamos que están allí, pero sin embargo, son la base en la cual se funda buena parte de nuestra sociedad y la mayor parte de nuestras perspectivas de futuro, por si no lo han notado nos referimos a la calle.

En un mundo que se ha echo urbano de manera vertiginosa el que las ciudades cuenten con un calles en buenas condiciones y bien definidas es un acto indispensable. Son el sistema arterial de un organismo del que dependen no sólo todas aquellas personas que viven en las urbes, si no buena parte de las que aún habitan en el campo, pero qué usan la ciudad para la distribución de sus productos.

Pese a esto si hacemos un examen a consciencia de la situación de las calles de nuestra ciudad descubriremos que tristemente estas se encuentran estados muy alejados de las condiciones de servicio esenciales que deberían brindar. ¿El por que de esta situación tiene una respuesta un poco más compleja que el simple abandono, es algo que va más allá de lecturas parciales de un problema que realmente hay que entender y resolver.

La mancha urbana de la Zona Metropolitana de Oaxaca tiene una cobertura de cerca de 110 km2 aunque si contamos los espacios verdes atrapados dentro sube ha casi 150 km2, al 2010. Eso quiere decir que si tomamos sólo la superficie urbanizada, la ciudad esta contenida en 110 millones de m2, si contemplamos que cerca del 20 % de este espacio como calles descubriremos que estas suman unos 27.5 millones de m2, ya vamos entendiendo la medida del problema.

Esta proporción resultado de un balance medio que se suele aplicar a las ciudades, puede variar un poco hacia arriba y hacia abajo, pero en lo general se mantienen más menos constante, mantener esta maraña de calles es extremadamente complicado y costoso.

Ahora bien, no todo mundo hace uso de igual manera de las calles de la ciudad. Hasta mediados del siglo XX la mayor parte de este sistema de calles estaba dedicado al tráfico de personas. Esta tendencia se fue revirtiendo poco a poco hasta que hoy los autos pueden llegar a ocupar cerca del 80% de la superficie de cualquier vía.

Dicho cambio de modalidad en cuanto al tipo de usuario de la calle, sumado al crecimiento de las ciudades que le acompaño y que en parte propició, es en mucho la razón de que calles y avenidas este sometidas a una gran presión y consecuentemente muy deterioradas.

Un vehículo automotor puede pesar varias toneladas –en el caso te un tractocamión más de 40-- y una persona una media de setenta kg, si viajara en una bicicleta tal vez 80. Estos tipos de usuario hacen uso de las calles de la ciudad, sin embargo aquel que conduce un vehículo mas pesado hace mayor demanda de la superficie de rodamiento que finalmente se desgasta y en algunos casos desaparece.

Las ciudades necesitan tráfico vehicular a para poder funciona, eso no esta en cuestionamientos. Lo que sin embargo ha sucedido es que se ha hecho una mala gestión de este fenómeno y se ha empujado a quienes las habitan ha hacer un su desproporcionado de los vehículos de motor, y consecuentemente la calle. Para que la calles de la ciudad aguanten esta demanda es necesario replantear estrategias y sobretodo disminuir la carga que hoy las acosa.

Por un lado, las personas deberíamos entender que lejos de lo que se pretende vender un vehículo de motor no suministra necesariamente un escalafón más alto en los estratos de la sociedad. El auto debería contemplar se como lo que es una herramienta muy útil nada más.

Por otro, las autoridades y prestadores de servicios, deberían apuntar a un diseño de transporte público que eficientice las infraestructuras que hoy tenemos y entre las que podemos contar nuestras calles. A fin de que lo que sobre ellas circule sea una opción de transporte de tan alta calidad, de manera que los propietarios de un vehículo particular decidan dejarlo en casa algunas veces.

El año pasado anunciaba el gobierno un plan de reencarpetamiento por cerca de 400 millones de pesos. Si la vida útil de los ejes viales se ampliara, ese dinero pudiera ser dirigido a otras prioridades, se me ocurre por ejemplo la red de agua potable por mencionar sin duda la más urgente. 

La calle necesita ser entendida y medida, proponer soluciones a largo plazo de su uso, pero sobre todo entender que es quizás el bien común que más nos une y utilizamos y que su cuidado es también responsabilidad de todos.

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