Infraestructura escolar
Ese tema que nadie menciona
El Imparcial 23 de octubre del 2013
Durante los últimos meses al medio del
alboroto que generó las protestas de una parte del magisterio por la
llegada de la llamada “reforma educativa” el tema de la educación
tomó y tiene verdadera importancia en el debate local.
No debería sorprendernos, pese a lo
trillado de la frase, sin educación no hay futuro, es un hecho que
habría que tatuarlo en la frente de todos los involucrados en esta
discusión. Especialmente clase política y una parte de la
magisterial que han lucrado con el tema hasta cansar al resto de la
sociedad, sin que eso se traduzca en una mejora del nivel o las
condiciones educativas. Somos el último de la lista en el tema y eso
no es una suposición es una realidad.
Esta columna no es una de carácter
político, si no de análisis urbano sin embargo es importante
entender este contexto para adentrarnos a la materia del tema que
pretendemos tocar.
Luego de meses de debate nadie –por
lo menos que sepamos-- ha puesto atención a un tema que por conocido
da preocupación; la calidad de la infraestructura educativa en el
estado y la urbe, es decir la condición física que guardan las
escuelas. Quiénes habitamos la ciudad y sobre todo quienes los hacen
en las zonas de bajos recursos de la misma, saben exactamente a que
nos referimos.
Existen en nuestra urbe miles de niños
en todos los niveles educativos asistiendo a clases en situaciones
realmente desconsoladoras, sin que nada se este proponiendo de forma
contundente para resolver el problema. En especial el tema de la
educación preescolar es realmente escandaloso, la periferia de la
ciudad de Oaxaca se ha plagado de escuelas de lata que encierran en
condiciones terribles a seres humanos en su edad más temprana.
La película se pone a un más negra
cuando el tema se traslada al ámbito de lo rural, si en la ciudad
hay latas con mesas rotas como mobiliario, en las comunidades rurales
es común ver los chicos acudir a escuelas a cielo abierto, sin
ninguna facilidad para desarrollar su actividad.
El como un estado con uno de los
presupuestos más grandes de la federación ha generado este
desequilibrio en un tema en el que los especialistas en desarrollo
humano debería ser un prioridad, es un misterio. Como es que entrado
el siglo XXI no se hayan subsanado estas necesidades y que tampoco se
vea un plan agresivo que lo resuelva es aún una interrogante más
grande.
Hasta hace poco el incluso cuestionar
el numero de escuelas en la entidad era una pregunta sin respuesta,
el suponer que se conoce el estado de las mismas pareciera mucho
desear, pero lo cierto es que la situación es crítica y urgente. Si
se pretende sacar adelante a la generación de gente joven más
grande que jamas ha existido debemos trabajar en esa dirección todos
unidos, gobiernos, sociedad, magisterio.
Es realmente urgente reposicionar al
estudiante como la parte central del desarrollo académico y los
requerimientos de infraestructura. Generar escuelas resistentes,
sostenibles y aptas para recibir una buena educación en los tiempos
que corren. Integrar nuevas tecnologías y materiales ambientalmente
poco agresivos en su diseño, así como involucrar a la sociedad en
su concepción y manejo.
Sabemos por experiencia que los
habitantes del estado y esta ciudad están dispuestos ha hacer sus
parte para sanar esta situación. Por más de un año en lo alto de
la cordillera de Monte Albán, en la colonia Azucenas nos hemos
sumido en un profundo trabajo desde la concepción de la idea hasta
la ejecución de la obra, que ha dado como resultado una nueva
escuela donde antes había láminas oxidadas.
Se trata de un proyecto humilde pero
sensible a la realidad que enfrentan tanto estudiantes como
profesores, ambos víctimas de la mala situación de infraestructura
que se padece. Pero qué logró reunir la buena voluntad de sociedad
organizada, gobiernos y padres de familia para resolver la realidad
de una de las miles de escuelas que en situación muy desfavorable
acogen niños y jóvenes para su formación cada día.
Este sencillo experimento social,
urbano y arquitectónico, da una pequeña muestra de que si asumimos
este reto, con la seriedad que demanda, la solución es posible. Y
luego de un año de trabajar con estas personas, desde la Casa de la
Ciudad y su equipo, sólo queda dar las gracias a ellos por todo lo
que nos han aportado y dejado crear juntos.
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