El sismo del 31 y la estación del ferrocarril mexicano del sur
El Imparcial 12 de marzo del 2014
Hay muy pocas persona
vivas en esta ciudad que puedan dar testimonio de lo que sucedió el
14 de enero de 1931 alas 20 h. Esta fecha y este evento ha entrado
tan profundo en el olvido de los habitantes de esta ciudad que ni
siquiera merece una breve reflexión o alguna mención oficial.
El impacto del movimiento
de la tierra de 7.8 grados sobre la escala de richter fue tal que
prácticamente borro del mapa extensos sectores de lo que entonces
era la ciudad de Oaxaca. Una ciudad que entonces se remetía a los
límites actuales del centro histórico aunque ya era bordeada por
algunos barrios que más adelante se conurbaran para hacer más
extensa la ciudad, para ese entonces la población de la ciudad
rondaba apenas los 30 mil habitantes.
Sin embargo, el sismo y
las réplicas que siguieron alcanzó de una u otra manera a cada uno
de los pobladores de la ciudad de Oaxaca, las imágenes que acompañan
este hecho no dejan duda y son muy evidentes del grado de devastación
que el evento dejó.
Se calcula que hasta el
95% de las viviendas de la ciudad quedaron afectadas y sin
posibilidad de ser usadas, la ayuda tardó en llegar, la ciudad y sus
habitantes sufrieron mucho por ese entonces. De allí la extrañes
del olvido de estos acontecimientos en la conciencia colectiva de
quienes vivimos en una ciudad, no lo olvidemos siempre en riesgo a
que un temblor de igual o mayor magnitud repita.
La ciudad su
infraestructura y edificios fueron fuertemente castigados, incluso
aquellos de fabricación más o menos reciente provenientes d ella
época del porfiriato que había finalizado 15 años antes. Entre
estos el que alojaba la estación central del Ferrocarril mexicano
del Sur. Ubicado sobre suelos arenosos en una franja de tierra que
forma la zona del ex-marquesado con el río Atoyác, este lugar fue
fuertemente castigado.
Dada la inestabilidad del
suelo derivada del vecino cause del río, que aunque hoy alineado en
ese entonces serpenteaba para casi colarse a la propia estación, los
daños al lugar fueron muy severos.
Prácticamente la zona de
la estación quedó arrasada, y lo que resultaba especialmente grave
ya que se trataba de una infraestructura que mantenía conectada la
ciudad con la zona centro del país en un momento en el que se
requeriría ayuda con urgencia.
Como resultado de esos
eventos el edifico principal de la estación se colapsó, sus techos
en ese entonces fabricados con cerchas de madera colapsaron los arcos
se abrieron y los vanos de puertas y ventanas se vinieron abajo. Pero
quizás la perdida más evidente resultado de los sucesos de ese día
fue la desaparición del torreón ubicado en el ala norte del
conjunto, de este magnífico elemento sólo quedan algunas pocas
imágenes que lo conmemoran.
La otra parte principal
del conjunto también resultó fuertemente dañada; la zona de
bodegas se cayó y sus estructuras quedaron por los suelos. La
afectación fue total, vías y talleres resintieron igualmente los
efectos del sismo.
Pero si el sismo fue
terrible, el manejo que hizo el gobierno sobre estos acontecimientos
no fue mejor, se llegó incluso a la censura. Esta por ejemplo el
caso de las imágenes tomadas por el cineasta S. M. Eisenstein
censuradas por varias décadas.
Ante la urgencia por
reconstruí la ciudad las autoridades implementaron acciones al vuelo
y sin mucha reflexión. Quizás por la urgencia o por la falta de
recursos, lo cierto es que la reconstrucción de la estación de
ferrocarril se hizo de forma apresurada, la solución que encontraron
fue sustituir las cerchas de madera por pesadas vigas de acero, que
serán al largo plazo las responsables de su deterioro actual.
El peso de estas nuevas
estructuras sobre los restos de la fábrica de cantera y ladrillo de
la estación y pese a la construcción de marcos de concreto que
reforzaron las arcadas. Al paso del tiempo y con la ayuda de un suelo
inestable las estructuras se comprometieron hasta que el punto de
poner de nuevo en riesgo la supervivencia del edificio.
Actualmente se hace un
esfuerzo por devolverle a este viejo edificio un poco del esplendor
que antes tuvo, incluso antes del sismo del 31. Se hace ante la
urgencia de conservar el patrimonio propiedad de todos y herencia de
los que vendrán. Sin ninguna otra ambición, sin nada que no se
pueda ver sólo caminando por un lugar que está y deberá estar
siempre de puertas abiertas.
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