Oaxaca ciudad patrimonio I
Una historia de casi tres décadas
El Imparcial 6 de noviembre del 2013
¿Qué define el valor de una ciudad,
son sus monumentos, arquitectura y calles, lo antiguo de su historia,
el valor de sus tesoros?
Puede ser, que desde una mirada muy
superficial eso sea lo que para muchos represente el sentido
patrimonial de un lugar. Sin embargo, no olvidemos que estas
definiciones no son si no construcciones sociales que avalan un grupo
de principios acordados entre otro grupo de personas, que se centran
en una visión muy general de la realidad de los lugares que se
declaran como patrimonio de todos, es decir de la humanidad.
El origen de estas declaraciones lo
podemos ubicar en la edición número XVII de la Conferencia General
de la Unesco, de Paris en 1972. Y tenía como objetivo la protección
de una serie de lugares y valores universales particulares, con el
fin de que se preservara su existencia en el tiempo, misión que por
desgracia en muchos casos ha sido fallida y que nos debería hacer
reflexionar sobre el sentido de estos hechos.
El centro histórico de la ciudad de
Oaxaca recibió esta denominación junto con la zona arqueológica de
Monte Albán en el año de 1987. Desde entonces, se ha ondeado la
bandera del patrimonio de manera constante como si su pura etiquete
redefiniera el sentido de la ciudad misma.
Con todo esto, es evidente y está
registrado, que el proceso de deterioro del centro histórico de la
ciudad no sólo no se ha detenido, si no que cada vez enfrenta más
amenazas. Muchas de ellas producto de un entendimiento confuso del
sentido de herencia de un lugar, y otras tantas resultado del paso
del tiempo y la aparición de nuevos retos, para los cuales ciudades
como la nuestra no han sido capaces de adaptarse.
Pese a dichos conflictos lo cierto es
que formar parte del grupo de lugares elegidos para ser preservados
debería suponer un estímulo y un compromiso con el lugar, pero
sobre todo con sus habitantes. Porqué de nada sirve tener un
apellido ilustre, si en la realidad los miembros de la familia viven
en malas condiciones y la casa está deteriorada.
Casi 27 años después de la entrada en
esta selecta lista de una porción del entramado urbano de la ciudad,
debería ser el momento de hacer una profunda reflexión sobre cual
es el estado de las cosas y que ha dejado como proceso de aprendizaje
esta situación. Que cosas han mejorado, cuales siguen igual, qué
otras deberíamos intentar modificar para asegurar el mejor estado de
las cosas.
Esta reflexión resulta indispensable
al tiempo de que cada vez se hace más evidente la necesidad de
actualizar conceptos ya desgastados, así como enfrentar los retos
que tiene una ciudad delante de si, luego de más de un cuarto de
siglo de que se haya echo esta declaratoria. Nos referimos a que hoy
en día las ciudades enfrentan problemas que en los tiempos en que se
inscribieron este y otros lugares ni siquiera se mencionaban.
Contaminación del medio ambiente
natural donde se inserta la ciudad, deterioro de la salud física y
emocional de sus habitantes, exceso de vehículos automotores y un
consecuente incremento de las emisiones contaminantes a la atmósfera
y ruido, carencia de áreas verdes etc. Son retos con los que todos
los días convive la ciudad y sus habitantes, y ante los cuales es
necesario ofrecer alternativas.
Sobre todo, cuando como en el caso de
ciudades como la nuestra el centro histórico cumple una función que
va más allá de mera perspectiva “cultural” del problema.
El centro de esta ciudad es el
epicentro en sí de las actividades sociales de la urbe, pero también
lo es de la estructura económica y funcional de un territorio que se
extiende por miles de kilómetros cuadrados literal mente ante la
constitución de un sistema de operación regional bajo el cuál se
opera hoy día.
La ciudad de Oaxaca y sus 600 mil
habitantes sumando la zona metropolitana es un ente administrativo
que acapara una gran parte de las actividades productivas y
socio-culturales de la región. Por este motivo es que el que su
corazón urbano esté en buen estado y actualizado en los tiempos que
se viven hoy día resulta por demás importante, para la salud de
todo un sistema que sólo tiene sentido por que está habitado por
personas.
Dentro de dos semanas la ciudad será
anfitrión de un evento que reunirá a otros muchos miembros del
grupo de ciudades patrimoniales. Quizás sea una buena oportunidad
para tratar de discutir juntos estos retos y buscar una redefinición
del sentido actual de ser un lugar que se ha declarado de interés
para todos habitantes del planeta, pero mucho más para nosotros,
quienes aquí vimos.
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