Oaxaca ciudad patrimonio III
La ciudad que hacemos todos los días
El Imparcial 20 de noviembre del 2013
Siempre resulta importante y hasta
indispensable hacer un recuento sobre el estado que guarda la urbe a lo largo
del tiempo, el cómo llegamos a este punto y de donde partimos, pero es aún más
importante por mucho, saber cuál es nuestro futuro y como lo construimos.
Las ciudades son el reflejo de las
sociedades que las habitan y construyen, son el espacio humano por excelencia
desde inicios del siglo XX y por lo tanto el objeto que quizás mejor representa
su realidad. Es por este motivo que si queremos entender y atender mejor los
problemas y conflictos que enfrentamos como grupo, quizás la mejor forma sea analizar
el uso y atención que hemos venido dando a las urbes en la actualidad.
Pero sobre todo, entender que la
ciudad es un proceso continuo y conjunto en el que participamos todos los días,
no importa nuestra edad sexo u origen. Una vez que estamos en la ciudad, somos
sin duda alguna sus constructores.
Nuestros hábitos diarios encuentran
reflejo en el marco de la urbe cada día, que hacemos con nuestro tiempo, con
nuestra basura, como nos trasladamos de un lugar a otro, son algunas de las
miles de decisiones que tomamos cada día y que terminan por impactar la ciudad.
Por esto y por pequeño que parezca cuando nos miramos como individuos no hay
cambio más profundo para el bien o mal de las urbes, que aquel que se hace en
la conciencia de sus habitantes.
Hace veinte años casi nadie hubiera
supuesto que una ciudad como Sevilla España daría un giro sorpresivo, para
convertir una buena parte de su perímetro histórico en un ambiente casi
exclusivo para los peatones. Sin embargo, el día de hoy luego de un intenso
diálogo con los distintos actores sociales que convergen en la ciudad, así como
su participación decidida actualmente se trata de una de las ciudades más aptas
para ser pedestre de toda España.
El Nueva York de siglo XX siempre se
significó como un ambiente duro y violento, atiborrado de tráfico y lleno de
personas siempre preocupadas y apuradas, sus habitantes eran la definición
misma de individualismo urbano. En la actualidad, y desde inicios del siglo XXI
la ciudad de Nueva York es uno de los lugares urbanos más humanos y mejor
pensados de toda Norte América.
Su sistema de transporte publicó es
robusto y eficiente, y mediante pequeños cambios han logrado sacarle un enorme
provecho ajustando sus links ínter urbanos al uso de la movilidad no
motorizada. Andar por esta ciudad a pié o en bicicleta en estos días es una
experiencia propia de cualquier capital europea, nadie se sorprenda si un taxi
conducido por un inmigrante le cede el paso en una esquina en lugar de intentar
arrollarlo, NYC recuperó de este modo en parte su voz cantante en el discurso
de las ciudades contemporáneas.
Pero de nuevo estos cambios no
hubieran sido posibles sin la reflexión y concierto de sus habitantes. Cuando
Sevilla se colapsaba por el tráfico la razón emergió y hubo que generar un
cambio de sentido. Cuando Nueva York se hizo demasiado dura y resintió las consecuencias
de un infame ataque, sus habitante supieron echar mano de ese aspecto que da
tanto sentido a nuestros espacios urbanos y que apenas recordamos unas cuantas
veces; nuestra humanidad.
En Oaxaca ciudad, nuestra urbe como
en muchas de su tipo los grandes retos se ciernen sobre nosotros. El tráfico
ahoga nuestra calles y la contaminación carcome nuestros cuerpos y
construcciones, El agua escasea y seguimos desechando millones de litros de
aguas negaras a ríos aún vivos que merecen un mejor trato que el que hasta
ahora le hemos dado.
En la ciudad que habitamos hoy día
hace falta entrar en esa profunda reflexión en la que otras se nos han
adelantado, sin duda alguna. Pero también resulta indispensable entablar un
nuevo diálogo con nosotros mismos, con los miembros de nuestra familia y
comunidad, volvernos responsables de lo que pasa en nuestro alrededor y dejar
de encontrar culpables en cada administración pública que entra o sale.
El reducir nuestro consumo de agua,
reducir la cantidad de desechos sólidos, usar el vehículo privado al mínimo o
planificar viajes conjuntos al trabajo o la escuela son decisiones cotidianas
que se pueden resolver en casa. Porqué al final queridos lectores, no olvidemos
que por redundante que suene esta columna; La ciudad es la casa grande de
todos.
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